Características de una buena meta

Leyendo el libro Goals, de Brian Tracy, toca un tema que me parece muy importante, que es cómo adquirir la habilidad de proponerse buenas metas. Todos en algún momento de la vida nos hemos propuesto una o varias metas, pero muy pocas veces nos hemos puesto a pensar sobre las metas en sí, sobre cómo una buena meta puede ser mala o buena, sobre qué características debe tener una meta para que sea viable, o para que sea realmente meta. En un post futuro hablaré de la necesidad imperante de imponerse metas, pero ahora quiero hablar sobre las características que una meta debe cumplir. 

Un primer paso importante es saber distinguir entre una meta y un sueño. Tener una vejez feliz, o tener una familia estable, no es necesariamente una meta. Ganar mucho dinero tampoco lo es. Estos son más bien sueños, o anhelos. Los sueños no son malos, al contrario, son el combustible para mucha de las cosas que hacemos. Pero caer en el error de confundir una meta con un sueño sí es algo grave. Porque ¿cómo vamos a saber que tenemos una vejez feliz, o una familia estable o que ganamos mucho dinero?

Los sueños nos dan una guía, un norte. Nos dicen por dónde queremos llegar, y sobre todo, nos dicen por qué. Para cumplir nuestros sueños necesitamos discernir las metas necesarias para llegar a donde queremos, y esas metas son las que nos irán llevando por el camino correcto. Las metas son fruto de un diseño interno, un diseño que define una voluntad de a dónde queremos llegar. Las metas son más mundanas, por llamarlas de alguna manera, en el sentido que especifican, aterrizan nuestros sueños y deseos. No podemos tener metas claras sin sueños, y no podemos cumplir nuestros sueños sin metas claras. Es un círculo que se autoalimenta a sí mismo, o si no se hace bien, se autodestruye a si mismo. 

 

Por eso las características de una buena meta, basado en el libro de Tracy son:

 

Las metas deben ser claras, específicas, y escritas. 

Antes que nada, debemos tener claro qué queremos lograr u obtener. Generalmente la finalidad de la meta, su objeto, la meta en sí, puede sintetizarse en una pequeña oración. “Quiero ganar mucho dinero” no es una meta específica, pero “quiero ganar $100,000 al año en dos años” lo es; “quiero ser exitoso” no lo es, pero “quiero estar trabajando en en la gerencia tal de mercadeo en 5 años” lo es. Aquí cae de nuevo la importancia de aprender a ser específico en nuestro lenguaje interno. 

La segunda parte, y quiero hacer un énfasis aquí: las metas deben ser escritas. Cuando quieras ponerte una meta escríbela! Mejor si es a mano alzada, es un ejercicio en el que las neuronas de tu subsconciente se empapan más, al ser la escritura un trabajo complejo para tu sistema automotor. El tener una meta escrita te ayudará a recordarte de ella, a leerla y releerla. Pero sobre todo el escribir la meta tiene dos ventajas mayúsculas: la “congela”, la delimita para que te puedas enfocar, y te crea un compromiso interno. 

 

Las metas deben ser medibles por terceros.

Esto no quiere decir que debas compartir tu meta con otras personas, a veces es incluso contraproducente, lo que quiere decir es que tu meta debe ser entendida perfectamente por terceros. Es el resultado de tener una meta clara y específica: si se la cuentas a un desconocido el podrá entenderla sin hacerte muchas preguntas. 

 

Las metas deben ser delimitadas  en el tiempo.

Uno de los errores más comunes al establecer metas es no encerrarlas en un marco de tiempo. El problema de una meta sin una fecha límite es que se convierte en un deseo, en algo que quiero hacer pero cuando tenga tiempo. Por esta razón es elemental que tus metas tengan límites de tiempo. Incluso a veces es necesario poner límites de tiempo a las submetas que vengan de una meta. Por ejemplo no es lo mismo decir “me voy a graduar” a decir “me voy a graduar antes de junio del otro año”, no es lo mismo decir “quiero hacer ejercicio” a decir “quiero correr la maratón de marzo”. 

 

Las metas deben ser un reto.

“Voy a caminar 15 pasos al día” no es una meta, y tampoco lo es “el otro año pesaré lo mismo que ahora”, ni tampoco “el otro año ganaré lo mismo que gano ahora”. Las metas, si no son un reto, no son metas. Y reto quiere decir que es algo que no estás seguro que puedas lograr. Algo que tienes 50% de chances de completar es una meta. El hacer metas difíciles es importantísimo, porque es de esta manera que estirarás tus habilidades, que saldrás de tu zona de comfort para aprender y hacer cosas nuevas. 

 

Las metas deben ser congruentes entre si.

Como hablamos en un post anterior, debemos ser congruentes con lo que queremos, porque a través de la coherencia y congruencia logramos enfoque, ya que sin enfoque no vamos a lograr nada. No podemos tener metas que peleen entre sí. No podemos tener por meta trabajar 5 horas por la noche y al mismo tiempo levantarnos tempranos. Por ello las metas deben ser parte de un plan general que las cohesione, de ese sueño por el que la meta nació.

 

Las metas deben estar balanceadas (ser realistas!).

Así como las metas deben ser un reto, tampoco pueden salirse por la tangente. No podemos pretender bajar 50 libras al mes, o ganar el doble en dos semanas, o aprender a tocar guitarra en cuatro semanas. Debemos considerar que las metas deben tener un toque con la realidad, de lo contrario causarán frustración porque no podrán ser realizadas. 
 
Para todos estas características pueden variar, y generalmente lo harán. Lo importante es lograr un sistema que nos funcione. Para mí, lo más importante para resaltar es que las metas deben escribirse, ponerse en papel.

 

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