Enfócate en comenzar, no en terminar

Desde pequeños se nos educa a pensar "tienes que terminar todo lo que comienzas", que no es una mala afirmación, sin embargo es bastante peligrosa. Es bastante peligrosa porque nos enfoca en la *necesidad* de terminar, en el *deber* terminar, pero no envía el mensaje implícito del cómo y del por qué. Todos sabemos que hay muchas cosas que comenzamos que no podrán ser terminadas. Incluso hay muchas cosas que no deben ser terminadas. Estas afirmaciones también esconden el deleite de hacer las cosas, no importando si llegan a su fin. 

El otro gran riesgo de este tipo de afirmaciones es que pueden conducir fácilmente a la procrastinación. ¿Por qué? Porque pueden enviar el mensaje equivocado a nuestro sistema: "hay que terminar", y cuando una faena es muy grande, o muy complicada, ese *deber* terminar se convierte en una gran carga emocional y psicológica que puede sabotear el deseo de realizarla. 

 

Lo paradójico es que el enfoque de terminar, en vez de comenzar, comunmente resulta en no terminar la tarea, el proyecto, o la meta. Sí, muchas veces el fin último es terminar, completar, cumplir, pero para lograrlo necesitamos otro tipo de armas. Las armas más poderosas para el sistema psíquico montado en nuestro cerebro son las palabras, por eso es muy importante elegirlas bien. El enfocarse en comenzar no invita a comenzar proyectos y cosas a lo loco. El enfoque de comenzar se centra en terminar proyectos a través de comenzarlos contínuamente. 

Veamos algunos ejemplos. Por ejemplo, en vez de pensar "tengo que terminar el proyecto de semestre" puedes cambiarlo a "dónde comienzo la primera parte del proyecto de semestre", en vez de pensar "me falta mucho para terminar el rompecabezas" puedes pensar "en que esquina del rompecabezas comienzo?", en vez de pensar "tengo que organizar el viaje de fin de año" puedes pensar "a que agencia puedo acudir para ver las posibilidades de viaje a fin de año?". En futuros posts veremos como este tipo de aproximaciones son utilizadas por algunas metodologías de mejora de productividad, como GTD, porque cambian totalmente le paradigma mental, y orientan a la persona en discernir qué cuál es la siguiente acción necesaria para avanzar un poco hacia la meta que se desea. 

También ayuda mucho porque pone nubla bastante el miedo o aversión que una tarea grande puede imponer sobre una persona. No es lo mismo pensar en terminar aquel gran proyecto, que es super importante y que tiene una fecha de entrega estricta, a pensar en una pequeña tarea de media hora o menos. La mente no opondrá mucho obstáculo en comenzar tareas pequeñas. 

Y finalmente, al iniciar constantemente, habrá recompensas constantes. Es más fácil para nosotros hacer algo que nos dará una recompensa pronta, que algo que nos dará una recompensa futura y lejana. El sólo hecho de terminar una tarea que uno se propuso es bastante reconfortante -no importando que tan pequeña sea-, pero puedes agregar pequeñas recompensas que te animan a seguir. Por ejemplo "luego de pasar a la agencia de viajes para hacer el primer borrador del viaje, me tomaré un café con una amiga". 

Analiza cómo enfrentas los proyectos, e intenta cambiar tu enfonque. Escoge un proyecto, uno en el que sabes que tienes que hacer algo y no has hecho nada, y por una semana esfuérzate en cambiar el enfoque de terminar a comenzar. Te darás cuenta la gran diferencia que hace este pequeño cambio de enfoque, y en una semana habrás comenzado a volverte un poco más productivo y a sentirte más satisfecho contigo mismo.

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