Acatenango, sin palabras…



Bien dicen que son muchos los llamados pero pocos los escogidos. Luego de un par de semanas buscando quién se apuntara para escalar el Acatenango, escuchado algunos sí y algunos no, finalmente quedamos dos. Con muchas ganas pero dos. Por suerte el plan B de Nicole estuvo ahí y nos fuimos con la gente de Big Mountain, cosa que paró siendo una muy buena idea.

A las 7 y media salimos de Miraflores enfilados al volcán Acatenango. Ahora los convocados éramos diecinueve. El camino estuvo muy tranquilo salvo un pequeño incidente con el bus que nos asustó un poco, ya que el tapón del agua que enfría el motor se cayó en el camino, pero el amigo chofer nos aseguró que podíamos seguir la marcha sin problemas, y así fue. A las diez estábamos en el inicio de la vereda que conduce a la cima. Era exitante pensar que en menos diez horas estaríamos en otro mundo.
¿Qué decir del camino? Cada hora de camino es un paisaje distinto, y cada paisaje con su encanto muy particular. Los primeros metros en medio de maizales en una vereda visiblemente marcada por lava antigua. Al inicio un relativo calor, pero agradable. Caminando llegamos al árbol hueco, que es un punto de descanso y un cambio cambio más o menos brusco en el paisaje: de un terreneno lleno de maizales a un bosque tropical más o menos denso. El frío ya empieza a tomar su lugar. Este es el tramo más largo, y en mucho el más agradable. Todo el tiempo se está rodeado de árboles y maleza, una humedad alta en el ambiente, los aromas de las plantas van perfumando el ascenso. Poco a poco empiezan a desaparecer los arbustos. Quedan solamente los árboles grandes, pinos en su mayoría, y empieza un extraño follaje a tapizar la visión. Poco a poco este follaje cubre toda la vereda y los pinos son más y más escasos. Sin darte cuenta entras a una especie de paisaje lunar. Los pinos siguen estando ahí pero ya no tienen hojas, parecen árboles viejos sin vida, pero el follaje persiste. De pronto ya no hay árboles, ni uno sólo. El follaje lo cubre todo. Y sigues subiendo y el follaje empieza a escasear. Al poco tiempo la arenita empieza a reinar el ambiente. Y así de repente se llega a ver la cumbre del Yepocapa. Cuando vas llegando a esta cumbre no miras nada, sólo el cielo, pero en los últimos diez o veinte pasos tienen un sentido especial, porque mientras lo caminas va apareciendo el pico mayor del Acate…Huuuu, que sensación más rica!! Ya sólo queda arena, arena, arena….El último tramo del volcán si es como otro mundo. De pronto en tu alrededor
no hay nada verde sino que todo cambió de tono y ahora es gris. El cielo se esconde bajo un extraño techo de nubes, y más cuando miras más nubes bajo tus pies. Pero luego de sudar la gota fría se llega a la cima. Sensación más rica!!!! Tanto extrañaba esto!!
Llegando yo, ya de los últimos, nos dispusimos a armar nuestra carpa antes de que los últimos rayos de sol nos dejaran, cosa que armamos sin mayor dificultad ya que no había mucho viento. Luego fuimos a despedirnos del 19 de noviembre y ver como el señor sol se escapaba en el horizonte tras un mar de nubes que parecían de algodón. Para adornar todo un poco más, el volcán de Fuego nos regaló unas cuantas erupciones que eran el broche de oro para lo que los ojos pueden pedir.
Yéndose el sol y viniendo el frío. No bajó tanto como habíamos pensado, pero definitivamente estaba frío. Eventuales ráfagas de viento hacían sentir un poco más el frío en los huesos, pero afortunadamente no dominaron la noche. Noche que estaba estupendamente estrellada, las constelaciones que se miran todos los días costaba mucho distinguirlas en medio de aquel arenero de estrellas.
Eran las 8 en punto y ya estábamos arrebatados en el mundo del sueño. Un merecido descanso, con la idea de levantarnos a las cuatro y media para ir a ver el amanecer. Pasaron las horas y el 20 de noviembre apareció. Algunos gritos se escuchaban en el fondo, así que nos despertamos justo unos minutos antes de la hora que habíamos programado el despertador.
Simplemente no hay palabras para describir lo que los ojos ven desde la cumbre del Acatenango antes y al amanecer. En medio de la oscuridad se distingue perfectamente ciudad de Guatemala y gran parte de los pueblos de la costa del suroccidente. Simplemente increíble. Poco a poco van pasando los minutos y empieza a aparecer la siulueta del volcán de Agua, y como por arte de magia, las luces de las ciudades comienzan a desaparecer. Un poco a la izquierda del Agua empieza el sol a hacer su aparición, mientras la vista opuesta empieza a dibujar una vista de ensueño, un verdadero éxtasis. Los tres volcanes del lago Atitlán y el lago empiezan a hacerce presentes, el Santa María, el Santiaguito, el Tacaná y el Tajumulco empiezan a saludar. Y la forma del volcán en el que estás parado empieza a proyectar su sombra sobre este exceso de la naturaleza que tus ojos no quieren dejar de ver.
Cuando ya no había lugar para más, cuando todo lo que unos ojos podían pedir había sido saciado y extasiado, bajamos de nuevo al campamento a ordernar y dejar listo todo para el regreso. Pero no sin antes volver un rato a la cima, a dormir encima de las nubes con los cálidos rayos de sol acariciando la piel y haciendo olvidar el frío.
El desenso comenzó a las nueve en punto. Y debo decir que me tomó un buen esfuerzo poder llegar de nuevo hasta la carretera donde se había quedado el bus. Más o menos a la una de la tarde estaba llegando al bus, con todos ya montados en él. Durante el descenso hubo una nota negra de la que no quiero comentar, pero que realmente me entristeció y enojó mucho. Hay cosas que no sólo podemos, sino que tenemos que cambiar.
A las tres de la tarde estábamos de nuevo en Miraflores. Un tráfico fuera de lo común nos sorprendió a la entrada de la ciudad, pero luego nos enteramos que era debido al desfile navideño. Y tras un percance en el parqueo estábamos regresando al hogar a las tres y media en la tarde, con el cuerpo agotado por el esfuerzo realizado pero el alma renovada por tan sútil y hermosa experiencia.
A las cinco la vida normal ya había vuelto. Los 21 años de mi hermanita linda en mi casa y llegué cabal para ver a toda la familia, cosa que siempre lo pone alegre a uno. Un delicioso baño con agua caliente en tina, las ganas de ir a ver las fotos, y la tranquilidad y paz que estas cosas dan. Y de pronto ya es lunes y la vida sigue su curso, pero con esa tonalidad con las que algunas cosas y personas nos pintan, las ganas de querer hacer todo.
Los que no han probado esto, por favor, hagánlo! Y a los que nos encanta y de alguna manera es parte de nosotros, por favor, no dejemos de hacerlo!! En este ascenso coincidí con Rambo, y estuvimos hablando de armar un grupo de la “vieja escuela” para volver a tomar ritmo y forma y empezar de nuevo a llenarnos con esa vida que esconden las montañas, con ese espíritu interior que te regalan cuando compartes con ellos.

Bueno, y gracias a Nicole por haberme hecho recordar esta parte de mí que estuvo mucho tiempo engabetada. Danke Nicole! 🙂

Luis H. Fernandez

One thought on “Acatenango, sin palabras…

  1. 2008 tercera veintena desde el inicio del sexto sol representado por el tecpal sagrado representado como la lengua de tonatiu en la tlaxilacalli (calendario azteca)
    nos señala que habra un acontecimiento cosmico en la ciahualpilitepetl (cihualtepetl o mujer blanca) habra una reuniòn de macehuales para esperar la llegada de Topilzin en la cuna de la reina de mexico (Regina).
    25 de junio 2008
    CHICOTOYO.

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