Sobre la UFM

Escribo este artículo para expresar mi punto de vista sobre los muchos comentarios que critican, sin fundamento, a la Universidad Francisco Marroquín (UFM) y a la ideología económica y política que esta divulga.

Siempre he escuchado críticas a la Universidad, incluso de algunos ex alumnos, pero entre las que últimamente han apareceido me parece que los autores aparentemente recibieron clases en aulas diferentes a las mías, porque en todas las críticas he encontrado poca verdad. Por ejemplo, escribieron por ahí “La Universidad Francisco Marroquín reproduce en los imaginarios de los alumnos ideas positivistas y prácticas proteccionistas heredades de la oligarquía guatemalteca”, algo que realmente no refleja en nada lo que aprendí en mis cursos de economía en los cuales se me enseñó en repetidas ocasiones los daños que un estado proteccionista, y sus prácticas, causan. Para creer que en la Universidad enseñan esto es necesario no haber recibido clases en ella, o no haber entendido el mensaje o no haberlo aprendido. Es como que me digan que en Brasil aman a Maradona.

Ciertamente, la misión de la Universidad es “la enseñanza y difusión de los principios éticos, jurídicos y económicos de una sociedad de personas libres y responsables”. Personalmente no encuentro nada de deshonroso en ello, realmente una sociedad de personas libres y responsables no es algo indeseable ni bochornoso. En muchas discusiones pude ver que se critica algo que se desconoce, algo que no se tiene idea que es, y a lo que generalmente le ponen el título de neoliberalismo (aunque hay gente que está en contra de este modo de pensar que sí comprende estos términos y tienen criterios con fundamentos). Entones, por alguna razón tildan al neoliberalismo como perverso y malévolo, y peor aún, culpan el estado actual de nuestra sociedad como una consecuencia de las políticas neoliberales que se han puesto en práctica (cosa que rarísima vez ha sucedido).

También se critica mucho la hipocresía de los egresados de la Universidad: proclaman la libertad y responsabilidad mientras que por otro lado imponen sus políticas oligárquicas (otra de esas palabras que muchos utilizan y no entienden bien). Creo que esta generalización es sumamente injusta. Probablemente hay estudiantes y egresados así, pero en su mayoría creo que los egresados de la UFM son personas respetables, responsables y con alto nivel académico. Claro, hay “firmitas” que hacen barrabasadas al salir de la Universidad (y durante), pero las hay también en cualquier otra universidad pública o privada del país. Se puso un caso de una estudiante “opinando” sobre el tema de Irak intentando ilustrar el pensamiento de los estudiantes de la UFM. En la época del Stan una amiga me contó que al contarle una estudiante de la San Carlos amiga suza que había ido a Sololá a ver qué podía hacer, recibió como respuesta “te la pasaste bien?”. No por ello puedo decir que las personas que estudian en la USAC están alejadas de la realidad.

Se critica el “lavado de cerebro” que la Universidad impone a sus alumnos, la falta de libertad en las opiniones y demás. Déjenme darles una idea de la realidad sobre la que opinan. En lo que toca a opiniones políticas o económicas yo llevé cuatro cursos, los más bajos en créditos académicos, en los que se enseñan los principios de economía y los principios liberales, específicamente de la Escuela Austriaca. Se estudian también otros sistemas económicos. Todas las clases se enriquecían con mucha discusión debido a que muchos estudiantes no estaban de acuerdo. Nadie les obligo a compartir la ideología de la Universidad, sólo a aprenderla. Incluso muchos catedráticos no comparten la forma de pensar.

En lo que estoy de acuerdo es que en la Universidad hay una subcultura muy alejada de la realidad nacional. Como dice la canción, hay muchos “chicos de plásitco” que van a la Universidad a hacer relaciones sociales y no a estudiar (casualmente los que no pasaban del primero o segundo semestre). Pero insisto, es injusto generalizar. Muchos estudiantes pasaron grandes esfuerzos para poder estudiar en la Universidad y mucha gente tiene una gran conciencia de los problemas de Guatemala, están en contacto con ellos y muchos hacen algo por ayudar.

Finalmente, quiero decir que me parece fantásticos estos espacios de discusión virtuales. Comparto la opinión de que hay tal vez mejores columnas en línea que en los periódicos. Lo que realmente me molesta es que se critique sin fundamentos. Muchos no están de acuerdo con la ideología de la Marroquín, pero eso no quiere decir que la Marroquín o sus estudiantes sean malos. Yo no estoy en a favor con muchos de los mensajes divulgados en otras universidad y no por ello las critico o generalizo a sus estudiantes como malos.

También hay personas que están en contra totalmente del ideal liberal, de sus prácticas y sus principios, personas que han estudiado el tema, que se instruyen para fundamentar sus puntos de vista; puntos de vista que no comparto pero respeto. Me gusta discutir con ellos, porque discutiendo podemos llegar a conclusiones, a acuerdos. Este artículo no es para ellos, este artículo es para aquellos que critican sin base. Así como el fútbol, de estos temas todos tienen opinión, aunque sepan poco de lo que están hablando.

Luis H. Fernandez

Links de algunas críticas recientes.

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Visiten Jóvenes Libertarios!

Los jóvenes libertarios estamos de vuelta. El día miércoles tuvimos la oportunidad de reunirnos de nuevo, y aunque las cosas fueron lentas, estoy muy contentos porque las cosas están comenzando a tomar forma. Muchos meses han precedido esa ilusión inicial, ese chispazo que todo proyecto tiene. Ahora las ideas están más asentadas y lo que queremos hacer está más definido.

Quiero invitar a todos los que deseen a que visiten nuestra página en http://www.joveneslibertarios.org . El sitio representa a un grupo de amigos que decidimos comprometernos a hacer algo por Guate en vez de quejarnos, y nuestras propuestas para mejorar son propropuestas de tinte liberal, ya que creemos que dejando que cada quien decida qué hacer con su vida es la manera en la que podremos llegar a lograr cambios. Creemos que el pensamiento liberal refleja el actuar humano, y que siguiéndolo podemos deshacernos de los azotes que caen sobre nuestra hermosa y rica tierra.

A los que les interese sería bueno que se inscriban y participen en nuestras discusiones y reuniones. Cada vez somos más y realmente es bonito conocer el interés que muchas personas han tenido sobre el movimiento. Esto demuestra que somos muchos los que estamos preocupados por nuestro país y queremos hacer algo para cambiarlo. También aquellos que nos visiten de otros países serán bienvenidos para que puedan aportar algo.

Si alguno no está de acuerdo con nuestra manera de pensar, pues lo invitamos también a que se inscriba y nos muestre sus puntos de vista: discutiendo vamos a llegar a un lado. La idea es que como jóvenes hagamos presión para que las cosas se compongan, y sobre todo que estemos listos para el momento en que todo el peso de las decisiones caiga sobre nosotros.

Y las nuevas ideas siempre serán bienvenidas. El sitio, al igual que el movimiento, es joven todavía y hay muchas cosas para cambiar y hacer. Visitenlo!

 

Luis Hernan Fernandez

luishernan@gmail.com 

San Agustín de Giovanni Papini

    San Agustín de Hipona. Pocas veces había meditado en la vida de este hombre, de este santo. Sabía que había tenido unos comienzos alejados de Dios y que luego se convirtió. Sabía que fue uno de los Pilares de la Iglesia en sus primeros tiempos. Había escuchado la parábola sobre la Trinidad en la que un niño intenta vaciar al mar en un pequeño hoyo de la playa con una concha, Agustín se le acerca y le pregunta   ” ¿Qué haces?”, el niño le responde “intento vaciar al mar en este pequeño hoyo”. Agusín le hace saber lo imposible de su tarea y el niño, que era un angel, le responde “primero vaciaré yo el mar aquí que tu comprendas el Misterio de la Santísima Trinidad”. Pero poco más, como pasa como todos los santos uno los cree como personas extra humanas, con dones especiales que debían de ser santos porque sí.

    Si bien San Agustín fue un genio en todos los sentidos de la palabra, su vida es un testimonio de cómo una persona con las mismas tendencias, pecados y disyuntivas que uno puede convertirse en un santo de este calibre.

    Una gran parte de su vida la dedicó a combatir las herejías. No con armas sino con palabras de verdad. Un gran retórico, teólogo y filósofo, con una agudeza mental capaz de desbaratar cualquier pensamiento hereje. Pero lo de hereje suena a algo viejo, a algo de hace mucho tiempo. Papini en la biografía hace comparación de las herejías que combatió San Agustín (arrianos, pelagianos, donatismo, maniqueos…) con las herejías de hoy, y el parecido es asombroso.
    
    Es la historia de como un hombre con insasiable deseos de verdad, de felicidad llega a dar con ella en la Iglesia. En mucho trató de explicar el valor de la Iglesia fundada por Cristo y como los pecados y barbaridades de sus integrantes no denigran la grandeza de la misión de la Iglesia. Y es asombroso como los mismos conceptos que Agustín expone, hace 1700 años, son igual de verdaderos hoy y como desde aquellos primeros tiempos de la Iglesia se creía en exactamente lo mismo que hoy.
    
    Sin duda aconsejaría la lectura del libro a cualquiera, no importa la religión que profese. Abre también el horizonte de muchas cosas históricas que sucedían en la época y las costumbres que tenían. Mi idea era que los primeros cismas grandes de la Iglesia se dieron con Lutero y seguidores, pero al leer el libro uno se da cuenta que en los mismos comienzos de la Iglesia ya existían estas divisiones, con ideologías casi idénticas a las de hoy, con motivaciones realmente parecidas. Un año después de morir un ejército de arrianos destruyó la ciudad de la que fue obispo durante más de 40 años.

    Papini hace alegorías muy buenas con nuestra cultura moderna y los escritos de Agustín. Por ejemplo, hay una cita que dice “Existimos, sabemos que existimos y amamos a nuestro ser y nuestro conocer. En estras tres cosas…no nos trba ninguna semejanza de falsedad, ya que no son como las que existen fuera de nosotros y que tocamos con algún sentido del cuerpo; pero sin ninguna imagen falaz de fantasías o de fantasmas, es para mí cosa certísima que existo, que conozco mi ser y le amo. Ante estas verdades, o tengo temor algno de los argumentos de los académicos que dicen: ¿y si te engañas? Pero si me engaño es que existo. Porque quien no existe no puede ni siquiera ser engañado y, por consiguiente, si soy engañado es que existo. Y puesto que yo quien me engaño ¿cómo puedo engañarme de que exista cuando es cierto qeu existo si me engaño?”. Inmediatamente despues de estas palabras de San Agustón Papini pone: “no les recuerda esto a las palabras de Descartes ‘cogito ergo sum’?”. Así pone varios casos en los cuales aparentes nuevas ideas, buenas o malas, no lo son ya que San Agustín las abordó en los inicios de nuestra Era.

    Quisiera escribir más sobre esto, porque hay mucho de ello en el libro. Pero algunos pensamientos de Agustín como el siguiente son tan increíblemente iguales y válidos hoy: “[San A gustín]Busca la iluminación interna en el impulso del alma hacia Dios, pero insiste tanto sobre la potestad y necesidad de la Iglesia, que llega a decir que cree en el Evangelio porque lo manda la Iglesia, y no en la Iglesia porque está atestiguada en el Evangelio”. Palabras profundas en gran sentido. Todo el pensamiento de San Agustín es teocéntrico. Todo va dirigido a Dios, pero literalmente todo.

    Papini habla mucho de la necesidad de extremos, porque los puntos medios son mediocridades. Por ejemplo “…para Agustín, como para todas las grandes mentes, no hay grises. Las soluciones medias son mediocres; pero si se dan los extremos, siempre que concurran todos, se llega a una síntesis, que no es compromiso, es superación.” Los extremos no son malos, siempre que estén todos, porque cuando sólo hay un extremo y las cosas tienden a él, las cosas están mal.

    El libro, al tener muchos extractos de la obra de San Agustín, tiene citas por todos lados. Muchas lo dejan pensando a uno mucho. Dice en algún lado que Agustín cambia los paradigmas con cositas tan sencillas como la frase “¿vivimos una vida que muere, o una muerte que vive?”. Ahora me quedé picado y estaré buscando las dos más grandes obras de San Agustín: “Confesiones” y “Ciudad de Dios”.

    Papini fue un ateo por mucho tiempo. Muchos de sus libros son duras críticas del cristianismo y de la Iglesia. Su obra literaria es una evolución en la que se puede ver el cambio de un ateo convencido a un cristiano fervoroso. Pero la manera en la que escribe es realmente agradable, rara vez aburre y hace al lector necesariamente reflexionar. Si encuentran el libro, léanlo.

La montaña mágica

Inicialmente iba a escribir un post por cada libro que leyera antes de leer el siguiente, pero las ganas de comenzar un nuevo libro me han ganado, de manera que tengo alguna cola de libros por comentar. Pero mejor comienzo antes de comenzar el siguiente.

La Montaña Mágica de Thomas Mann. ¿Qué les digo del libro? Es exquisita su lectura. Al comienzo no me pareció muy interesante y decidí terminarlo debido a que es uno de los libros que hay que leer. Y aunque hay partes del libro que son un poco engorrosas y espesas, hay partes en las que no quería dejar de leer. Es uno de esos libros en los cuales lo que llama la atención no es lo que se dice sino la forma en la que se dice. Por ejemplo, hay un capítulo completo de casi veinte páginas sobre el fonógrafo, en el cual se habla casi que exclusivamente de este aparato y lo maravilloso que es (bueno, no deja de ser interesante leer estas cosas que hace unos años eran nuevas y para nosotros parte de nuestra vida desde que nacimos).

El libro transcurre básicamente en un lugar, un hospital para personas con Tuberculosis o problemas con su respiración. Hans Castorp, el protagonista, hace una visita a su primo Joachim Ziemssen que está recluido durante un tiempo por un pequeño problema en su pulmón. El inicio del libro trata de como Hans mira el comportamiento de la gente que habita en el hospital de un modo tal que los mira ajenos: con tal el estará en ese lugar solamente tres semanas. Pero al final de la tercera semana comienza a sentirse mal, se hace unos exámenes y resulta estar enfermo también. Inmediatamente su perspectiva cambia.

Sus tres semanas se convierten en años, y se acostumbra tanto a la vida en el hospital que la noticia de su dada de alta le hubiese producido pavor. Su primo sale finalmente, no por recomendación médica sino por propio principio ya que desea ardientemente ser soldado. Al poco tiempo vuelve y ambos sienten el cambio de papeles: Joachim es quien visita a Hans. Posteriormente Joachim muere.
Pero sin duda lo más interesante del libro son las conversaciones y discusiones que un italiano también recluido llamado Settembrini entabla con los protaginistas. Posteriormente aparece otro personaje, Naptha, que es lo opuesto a Settembrini. Uno es un humanista por todos los lugares y el otro es un jesuita conservador. Ambos intentan adoctrinar al joven Hans y buena parte del libro se va en estas discusiones.

Hay también una medio historia de amor. Una rusa llamada Clawdia, que se sabe que es casada pero no se le conoce al esposo. Con juegos de miradas y cosas parecidas pasan ambos mucho tiempo hasta que finalmente Hans decide armarse de valor y hablarle. El día que lo hace es el día previo a la partida de Clawdia (claro, Hans no lo sabía), pero le promete volver. Una de las razones por las que Hans no quiere abandonar el sanatorio es por la esperanza de ver volver a Clawdia. Y con los años esta vuelve, pero acompañada de un tipo que resulta ser una personalidad.

Aunque un poco pesado definitivamente es un libro que vale la pena leer, y en su mayor parte da gusto leer.

Luis H. Fernández
luishernan@gmail.com

Un par de relatos de Gog

Los siguientes son un par de relatos de Gog. Realmente me fue difícil cuáles dos publicar, porque realmente hay muchos muy buenos, pero tampoco los voy a poner a leer mil cosas. Así que les van dos ahorita, y dos la otra semana que creo que son los más representativos….

 

LAS MÁSCARAS

Nagasaki, 3 febrero

Ayer compré tres máscaras japonesas antiguas, auténticas, maravillosas. En seguida las colgué en la pared de mi cuarto y no me sacio de mirarlas. El hombre es más artista que la Naturaleza. Nuestro rostros verdaderos parecen muertos y sin carácter ante estas creaciones obtenidas con un poco de madera y de laca. Y al mirarlas pensaba: ¿Para qué el hombre cubre las partes de su cuerpo, incluso las manos (guantes), y deja desnuda la más importante, la cara? Si ocultamos todos los miembros por pudor o vergüenza, ¿por qué no esconder la cara, que es indudablemente la parte menos bella y perfecta?

Los antiguos y los primitivos, en muchas cosas más inteligentes que nosotros, adoptaron y adoptan las máscaras para los actos graves y bellos de la vida. Los primitivos romanos, como hoy los salvajes, se ponían la máscara para atacar al enemigo en la guerra. Los hechiceros y los sacerdotes tenían máscaras de ceremonia para los encantamientos y los ritos. Los actores griegos y latinos no recitaban jamás sin máscara. En el Japón se danzaba siempre con la máscara (las que he comprado son precisamente máscaras para el baile Genjó-raku y pertenecen a la época de Heian). En la Edad Media los miembros de las hermandades llevaban la cara cubierta con una capucha provista de dos agujeros para los ojos. Y recuerdo el Profeta Velado del Korazan, el Consejo de los Diez de Venecia, la Máscara de Hierro…Guerra, arte, religión, justicia: nada grande se hacía sin la máscara.

Hoy es la decadencia. No la adoptan más que los bufones del carnaval, los bandidos y los automovilistas. El carnaval está casi muerto, y los salteadores de caminos van siendo cada vez más raros.La máscara, según mi opinión, debería ser una parte facultativa del vestido, como los guantes. ¿Por qué aceptar un rostro que, al mismo tiempo que es una humillación para nosotros, es una ofensa para los demás? Cada uno podría escoger para sí la fisonomía que más le gustase, aquella que estuviese más de acuerdo con su estado de ánimo. Cada uno de nosotros podría hacerse fabricar varias y ponerse ésta o aquélla según el humor del día y la naturaleza de las ocupaciones. Todos deberían tener en su guardarropa, junto con los sombreros, la máscara triste para las visitas de pésame y los funerales, la máscara patética y amorosa para los flirteos y los casamientos, la máscara riente para ir a la comedia o a las cenas con los amigos, y así por el estilo.

Me parece que las ventajas de la adopción universal de la máscara serían muchas. Higiénica. Protección de la piel de la cara. Estética. La máscara fabricada por encargo nuestro seria siempre mucho más bella que la cara natural y nos evitaría la vista de tantas fisonomías idiotas y deformes. Moral. La necesidad de disimular —es decir, de componer nuestro rostro con arreglo a sentimientos que casi nunca experimentamos—se vería muy reducida, limitada únicamente a la palabra. Se podría visitar a un amigo desgraciado sin necesidad de fingir con la fisonomía del rostro un dolor que no sentimos. Educativa. El uso prolongado de una misma máscara -como demuestra Max Beerbohm en su Happy Hypocrite- acaba por modelar el rostro de carne y transforma incluso el carácter de quien la lleva. El colérico que lleve durante muchos años una máscara de mansedumbre y de paz, acaba por perder los distintivos fisonómicos de la ira y poco a poco también la predisposición a enfurecerse. Este punto debería ser profundizado: aplicaciones a la pedagogía, al cultivo artificial del genio, etc. Un hombre que llevase durante diez años sobre la cara la máscara de Rafael y viviese entre sus obras maestras, por ejemplo, en Roma, se convertiría con facilidad en un gran pintor. ¿Por qué no fundar, basándose en estos principios, un Instituto para la fabricación de talentos?

 PEQUEÑO

Nueva York, 24 enero

Me sorprende y me ofende —por cuanto pertenezco a esa especie— el humilde contentamiento de los hombres. Hablan a cada momento de grandezas —the biggest in the world— y luego se descubre que les parece inmensa cualquier modesta pequeñez. Falta, absolutamente en todos, el sentido de lo gigantesco. Discurren como Sansones y operan como Tom Pouce.

Una estatua alta de sesenta metros parece, a sus ojos un coloso; una casa de ciento cincuenta, un desafío al cielo; una torre de trescientos, un portento único; un puente largo de mil metros, un triunfo del genio humano. Una ciudad donde viven seis o siete millones de hombres —es decir, cien veces más desierta que ciertos hormigueros— hace el efecto de una metrópolis inmensa, y un pueblo de cien millones parece interminable. Nunca he visto pobres tan en éxtasis ante las obras de empresarios tan mezquinos. Cuando me encontré por primera vez al pie de la torre Eiffel no pude menos de reír. Aquella desgarbada jaula de hierro mohoso, que parece un juguete para ingenieros, abandonado cerca de un riachuelo, ¿era verdaderamente la más alta construcción de la Tierra?

Hay que avergonzarse de ser hombre y haber nacido en este siglo. San Pedro de Roma es, según dicen, la más vasta iglesia del mundo, y por lo menos tiene, como vestíbulo, una plaza que podría ser el modelo reducido de alguno de mis sueños. Pero si uno entra en las naves queda desilusionado. ¿Es esto todo? En pocos pasos se llega bajo la cúpula; no quiero decir que sea fea, ya que los especialistas en arquitectura la admiran, pero las dimensiones son increíblemente míseras.

Si el Emperador del Mundo —que un día u otro reunirá bajo su dominio las pequeñas provincias llamadas hoy reinos y repúblicas— se fabricase un palacio real digno de él, una cúpula como la de Miguel Ángel podría, todo lo más, ser la bóveda de un atrio de servicio. Y en lo que se refiere al Coliseo, sería, imagino, un pequeño patio de paso a las cocinas. Tal vez los babilonios y los egipcios tenían algo más que nosotros, la fantasía de lo grandioso, aunque hay que desconfiar de las ruinas que pueden ilusionarnos. Pero los modernos —que poseen medios y mecanismos muy superiores a los antiguos— deberían hacer mucho más y no abrir la boca a la vista de los mezquinos intentos de nuestros arquitectos micrómanos. Ninguno tiene una imaginación digna de nuestra calidad de monarcas del planeta.

Se tendría, por ejemplo, que recomenzar la torre de Babel, abandonada, por una vil superstición, hace miles de años. Un torreón de mil metros, que rebase la zona de las nubes y permita contemplar todo un Estado entero a sus pies, no sería empresa imposible para nuestros constructores. Hace ya cerca de cuatro siglos que Miguel Ángel tuvo una idea verdaderamente digna de un hombre: la de excavar una montaña y convertirla en una estatua gigante. Nadie le escuchó ni le ayudó, pero yo sostengo que aquella obra, aunque no realizada, es la verdadera obra maestra de Buonarrotti. En los Alpes Apuanos hay todavía un monte de mármol que se prestaría óptimamente.¿Y quién piensa en tender un puente verdaderamente digno de la potencia humana: esto es, entre Europa y América? Los técnicos interrogados por mí lo consideran factible: se trata únicamente del coste del tiempo y la audacia.

Pero mis contemporáneos son de una timidez que asquea. Una vía imperial, ancha de doscientos metros, larga de doscientos kilómetros, bordeada de millares de estatuas colosales de los más grandes genios del mundo, que atraviese una verdadera metrópolis de al menos treinta millones de habitantes, parecería a estos pigmeos acomodaticios un sueño absurdo. Se contentan con admirar las naves de dos o trescientos metros de largo que transportan lentamente, a través de los mares, algunos millares de vivientes. Pero la nave a la medida de nuestro tiempo debería ser una verdadera y propia isla, con jardines plantados en tierra verdadera, con calles y palacios, y destinada, no a andar de aquí para allá, de un continente a otro, sino a hacer posible la carrera seguida de todos los continentes. Las naves de hoy no son más que barcazas y vapores, que harán, dentro de un siglo, el mismo efecto que nos hacen las diligencias de cien años atrás. Por ahora, únicamente las palabras son de titán, pero nuestras obras son de hormigas y de topos. Incluso las termitas nos pueden dar lecciones de grandeza. El hombre moderno, a pesar de su jactancia, piensa como Gulliver y no se da cuenta de que vive a nivel de Liliput.

Gog

Gog, Giovanni Papini A insistencia de mi padre, me dispuse a leer este libro cuya edición es de 1933 y que pertenecío a Héctor Castañeda. El libro, a groso modo, trata sobre una especie de diario de Gog, un personaje hiotético que tuvo unos inicios humildes en Estados Unidos, que luego se convirtió en un exitoso Business man y que terminó siendo un gran multimillonario. Al tener dinero para el resto de su vida se dispuso a viajar. Quien relata la historia cuenta que Gog le entregó un montón de escritos a manera de diario, y dichos escritos constituyen el libro. Para ponerse a pensar sobre mil cosas de nuestro mundo, este libro es perfecto. A modo de historias Pappini satiriza nuestra cultura en todos sus sentidos. Además toca temas muy bien construídos en los cuales uno normalmente no se podría a pensar. Gog al ser una persona estúpidamente rica se da muchos gustos con finalidades raras. Se compra una isla en la que “compra” un conjunto de gentes que viven en una “democracia” en la que se hace “lo que el pueblo quiere” pero realmente se hace lo que él quiere, aunque las personas no saben que la isla es de él (Gog). Tiene cierta fascinación por las colecciones, pero busca colecciones originales. Por ejemplo tuvo una colección de gigantes, en las que encargó a personas le buscaran gigantes y logró reunir 17. En un laboratorio encontró a un científico que intentaba hacer que corazones palpitaran sin cuerpo, y según el científico el corazón más parecido al humano es el del cerdo. Gog le hace un encargo de 100 corazones palpitantes para su colección. Otra vez encargó le reunieran hacedores de milagros de todo el mundo. Encontró a cinco y les dio un año para que les mostraran sus milagros, y se decepciona al ver que ninguno pudo hacerle uno. Se reunió con gente importante de su tiempo. Relata una visita a Ford, a Einstein, a G.B. Shaw, a Ghandi, a Lenin, a Knut Hamsun y otra al conde de Saint Germain. Es una especie de mecenas, alguien que detesta la humanidad y alguien que se aburre todo el tiempo. Va buscando cosas que le entretengan. En un capítulo ofrece a una universidad una gran cantidad de dinero para una cátedra con la condición de que dicha catédra fuera nueva y nunca impartida antes. Relata como un fulano le ofrece que la catédra sea sobre Ftiriología, o ciencia de los piojos y de cómo estos han tenido una gran influencia en la historia, es más, cómo han moldeado la historia. En otro capítulo Gog se propone hacer una “fábrica de poesía”, contrata a poetas de distintas corrientes y culturas, les da alojamiento y mil comodidades durante un año para que saquen algo nuevo, y se decepciona con los resultados. En otra ocación visita una venta de huesos, en otra un duque español le muestra su colección de familiares en cera, de la cual está triste porque le no tiene descendientes y la colección terminará… En fin creo que aprendí mucho sobre el libro, y sobre todo, me hizo pensar en cosas que realmente nunca me hubiera puesto a pensar. Hace ratos he estado con mi gana de poner una sección de cuentos en el blog, y creo que está es la mejor oportunidad para empezarla, así que el siguiente post que vean será un cuento de Gog. Por cierto, necesito ideas de cuentos….

Un Congreso bizarro

Se supone que la democracia es el poder del pueblo sobre el Estado que él mismo eligió. Se supone que en un país democrático cada uno tiene voz y voto. Como sería demasiado costoso e impráctico que cada uno ejerza su voz y voto en cada uno de los asuntos del Estado apareció la representatividad. Con esta representatividad el pueblo elige a unos cuantos para se pongan de acuerdo y manejen el Estado como el pueblo lo desea, o al menos cómo la mayoría piense que es lo mejor. En Guatemala puedo concluir que no hay democracia. Los representantes elegidos por el pueblo son elegidos de una manera tan poco práctica, que cualquiera puede llegar a ser diputado sin siquiera ser conocido por el pueblo al que representa. ¿Sabe usted el diputado que le representa? Pero el punto llega a ser vergonzoso cuando esos representantes del pueblo empiezan a hacer lo contrario de lo que sus representados desean. Por favor alguien dígame, ¿cómo pasó esa ley de seguridad nacional por 99 votos? Por favor alguien dígame ¿cómo nuestros representantes consideran que es bueno rebajar a la mitad la pena a los mayores delitos que se pueden cometer? ¿En que lógica bizarra cabe pensar que el reducir penas a asesinos, narcotraficantes, secuestradores va a reducir la violencia? Tres posibles razones me vienen a la mente, y las tres realmente me alarman y dan miedo. La primera que se me ocurre es que sea en efecto un error (gran error!) de redacción; si este fue el caso me alarma que 99 diputados que votaron sí (y respectivos asesores) no se hayan dado cuenta, y por tanto no estén realizando su trabajo….¿en qué dedican el tiempo entonces? La segunda es que alguien haya cambiado la redacción a propósito con la intención que los demás no se hayan dado cuenta; si fue así, ¿quiénes son los responsables? Hay que encontrarlos urgentemente porque son un cáncer para este moribundo congreso. Y la hipótesis que más me alarma es que la ley estuviera pensada así y que 99 diputados estuviesen de acuerdo en que la ley saldría así…¿en qué estarían pensando?

Los diputados y quienes les circundan son personas que viven de nuestros impuestos. Impuestos que no nos preguntan si les queremos dar. Impuestos que no son más que el fruto de nuestra labor que nos obligan a regalarles so pretexto de que mantengan un orden en nuestra sociedad, regalos que si no les hacemos nos mandan a la cárcel. Y tanto nos piden de regalo que hasta tienen en promedio diez asesores bien pagados cada uno, asesores que no sé si se puede decir que les ayudan a hacer su trabajo, porque no veo cuál es ese trabajo. Si 99 diputados votaron que sí a esta ley podemos asumir que la ley fue leida por 99*10=990 personas, es decir que entre casi mil personas ninguna pudo darse cuenta del “errorcito” de redacción que surgió en el camino. Todo esto me recuerda aquel chiste en el cual llegaba un desemplado a preguntar sobre una plaza a una carpintería. El carpintero le pregunta
*bueno, y cómo es su manejo con el cerrucho?
°pues la verdad no sé usarlo.
*mmm, y la lija, es esa su especialidad?
°no, tampoco se lijar
*entones tal vez es un maestro del cincel…
°no, no sé como manejarlo
*pero bueno, entonces que sabe usted hacer?
°pues la verdad es que nada…
*y por cierto, quién es el señor que le acompaña?
°ahhh, el es mi ayudante….

Les pagamos, y muy bien, por representarnos, por dedicar su tiempo a velar porque las leyes estén de acuerdo con lo que su pueblo espera. Probablemente por incapacidad, se llenan de asesores que les hacen su trabajo. Forman comisiones, adquieren celulares, computadoras, seguridad todo en pos de poder hacer una representación más adecuada de quienes les eligieron. Hasta almuerzo gratis les damos. Pero nos vienen con este tipo de leyes!! ¿Cómo es eso de que el Congreso, por unanimidad, pide al Presidente que vete la ley que le acaba de mandar?
Con cinco o diez guatemaltecos que entrevistemos nos damos cuénta fácilmente qué es lo que nuestro país pide. Nuestro pueblo clama por muchas cosas, pero hoy día clama, grita por seguridad. Lo demás, por el momento, es totalmente secundario. Pocos deberes reales tiene el Estado, muchos más se le han asignado por esa tendencia al parasitarismo que tenemos, pero si las autoridades no cumplen el más sagrado de sus deberes, proteger la vida de los ciudadanos, estamos fritos. Estamos llegando a puntos en los que las policías privadas triplican en número a la policía nacional, estamos llegando a vernos armados, a ver como en muchos lados la justicia está buscando llegar a manos de la gente. Si bien esto no es ni lo correcto ni lo que la mayoría deseamos, es a lo que estamos llegando.
No queremos más leyes, no queremos que un grupo de personas de dudosa procedencia promuevan proyectos de desarrollo con fondos no auditables, no queremos que nos enseñen cuántos hijos tener, no queremos se echen almuerzos de Q25,000 diarios, no queremos que nos enseñen sus Hommers nuevos, no queremos aereopuertos nuevos, no queremos nuevas deudas para pagar sus exquisiteces, no queremos circos, no queremos fertilizantes, no queremos TLC, no queremos pagos a ex paramilitares asesinos….Antes que eso queremos salir tranquilos a la calle, queremos sentirnos en un país en el que sepamos que tenemos altas probabilidades de volver a nuestras casas cuando en la mañana vamos para el trabajo, queremos saber que el celular que compramos va ser para nuestro uso, queremos ver titulares distintos en los diarios, queremos dejar de pagar “impuestos” a maleantes, queremos cárceles seguras, queremos penas, investigaciones….queremos seguridad, queremos paz, queremos vida. Si no tenemos esto todas, absolutamente todas, las atribuciones del Estado pasan a un plano mil veces inferior. Sin protección a nuestras vidas todo lo demás carece de sentido.
Por favor, démonos cuenta de que no estamos para lujitos. Tenemos un presupuesto muy limitado que no podemos gastar en resolver mil problemas, y ya debieron de entender que endeudarnos más no es una opción. No podemos impulsar proyectos de reforestación, de educación, de vivienda, etc. si no están seguras nuestras vidas. Dense cuenta señores que sus representados clamamos por paz, por seguridad. Dense cuenta de que justicia y seguridad deberían ser las prioridades de su tiempo y del presupuesto que manejan, dense cuenta que no queremos que nos hagan caridad, queremos que cumplan por el trabajo que les pagamos. Tantos hablan de las épocas de Úbico (cada vez lo escucho más) en las que habían represiones, pero había seguridad en las calles, habían condenas, habían investigaciones. Señores hagan su trabajo. Ya sé que nadie los puede despedir, que nadie los puede interpelar, que ustedes creen que todo lo hacen bien, que se sienten sagrados, pero por favor recuerden por qué están ahí. Muchos de ustedes están ahí sin merecerlo, otros sin saber qué hacen ahí, muchos por razones ajenas a la razón por la que deberían estar ahí, pero sepan que llevan una gran carga moral en sus espaldas que no pueden, ni deben ignorar. Sus representados tienen memoria corta y se olvidarán pronto de sus barbaridades, sus representados tienen serios problemas para unirse y dar a escuchar su voz, están ya acostumbrados a que los insulten en la cara y ustedes lo saben se aprovechan de ello, pero tengan seguro que el que la hace la paga.
Finalmente quiero copiar textualmente los primeros tres artículos de nuestra constitución política. Creo que muchos guatemaltecos comparten mi opinión de que podemos dejar los demás de lado los 278 restantes mientras estos no se cumplan, primero lo primero….
ARTICULO 1o. Protección a la Persona. El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común.
ARTICULO 2o. Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona.
ARTICULO 3o. Derecho a la vida. El estado garantiza y protege la vida humana desde su concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona.

Ensayo sobre la ceguera

Antes que nada, este es el primer comentario que hago en esta mi nueva sección de libros. Aunque tengo varios ahí guardados, este es el primero que quiero hacer ya que es sobre el libro que hace un par de días terminé de leer. Ojalá a esta sección se le agreguen muchos más libros y que cualquiera me de también sus comentarios….en este tipo de cosas alimenta mucho las opiniones de muchas personas.

A la larga creo que quedé un poco decepcionado del libro. Había escuchado muchas recomendaciones sobre él, lo había buscado hasta que al fin lo pude encontrar en una librería ya que siempre estaba agotado. En fin, la expectación era grande. El libro es de fácil y fresca lectura. Saramago al parecer tiene una manera muy extraña de expresar sus ideas, y a aparte de la coma no utiliza signos de puntuación. El uso que hace de la coma para construir los diálogos y las descripciones es muy bueno. Incluso me sorprendió como no me perdí en los diálogos, cosa que me sucede a menudo con los guiones. Además la lectura se vuelve muy fluida lo cual es muy agradable.

El argumento del libro me parece interesante. Nos hace pensar sobre muchas cosas de la naturaleza humana. Esa maturaleza que cuando se ve desprotegida hace lo que le sea posible para salvar el pellejo, no importa qué o a quiénes necesitemos. Muchas veces me puse a pensar mientras leía el libro, ¿qué tanto cambiarían misp perspectivas si en mis ojos sólo existiera una ceguera blanca? ¿Apreciaría a las personas de la misma manera? ¿Apreciaría a las mismas personas? … ¿y si todos fuésemos ciegos? El libro nos pone en relieve lo mucho que los ojos importan para nosotros. Hay escenas en las que la vergüenza se pierde simplemente porque las personas no pueden ver, y sobre todo, no las pueden ver. De pronto en un mundo de ciegos no hay bonitas ni feas, no hay ricos ni pobres, no hay líderes con su gente…ni siquiera saben reconocer a su gente.

Lo que no me gustó del libro es que parece una de esas películas sobre desastres naturales que sólo con ver las atracciones ya sabes de qué se trata, y que al salir del cine puedes resumir en cinco minutos. Al leer las primeras diez páginas ya tenía una idea de lo que el libro iba a ser, y de hecho el resto es un parafraseo alrededor de la idea de un mundo donde todos se quedan ciegos de repente. En mi humilde opinión creo que el libro debió de haber sido un poco más corto, o haberle agregado argumentos laterales a la historia principal. De hecho no hay un punto en el libro en que hayan dos hilos de tramas, es totalmente lineal. En resumen lo quiero decir es que si le damos a 15 escritores las primeras 20 páginas del libro y les pedimos que lo completen, probablemente tendríamos historias similares y más cortas. Es como el anuncio de MasterCard, el de priceless. La idea me parece magnífica, pero siento que pudo haber sido mucho más explotada, de tan buena que era la idea.

Con todo y todo, recomiendo el libro. ¿Por qué? Porque te hace pensar y analizar sobre muchas cosas de, no digamos la naturaleza humana, que suna muy general, sino sobre nuestra propia naturaleza, la de cada uno. Creo que cada uno de los que ha leído este libro se ha puesto en la posición de ¿qué haría yo? Sería interesante ver las respuestas de cada uno….

Pasaporte centroamericano

Hace no muchos días el presidente Maduro de Honduras fue el primer individuo en poseer como identificación personal e internacional un pasaporte centroamericano. Esta noticia indudablemente causó gran alegría para mí. De hecho mi pasaporte está vencido desde hace un par de meses y no lo he renovado debido a que no quiero esperar cinco años para tener mi pasaporte centroamericano y en Guatemala dichos pasaportes se empezarán a emitir en febrero. Lo mejor es que sí he neceistado viajar, pero por suerte a la hermana República de El Salvador, para la cual ya no necesito pasaporte para entrar.
Aunque es algo muy simbólico el hecho de tener un mismo pasaporte es un gran paso para crear ese sentimiento de unión que nos debe invadir a todos los centroamericanos. Lástima que Costa Rica y Panamá no se hayan unido aun (y recalco ese aun) al proyecto. Que bueno que nos estamos dejando de nacionalismos estúpidos y abramos los ojos a la unión, una unión de un pueblo que en su esencia y en sus orígenes es el mismo. Sí, con matices distintos, pero con los mismos sueños y problemas. Alguien me dijo un día que había cuestiones culturales muy distintas, pero estoy realmente seguro que dichas diferencias son una nada comparadas con las diferencias que pueden haber entre Alaska, Hawai, California y Minnesota; sin embargo todos pertenecen a un mismo país. Que bueno que abramos los ojos y nos demos cuenta de que juntos somos más, pesamos más, podemos más. Que bueno nos empecemos dar cuenta que esas fronteras que nos separan más daño nos hacen a todos los habitantes de esta hermosa tierra.
Ojalá este tipo de proyectos no se queden en eso. Tenemos que trabajar por lograr esa unión que a todos los integrantes conviene. Por favor, dejémonos de niñerías y empecemos a modelar y construir esa Centroamérica en la que la pobreza sea atacada en sus raíces, de manera conjunta. Y la historia nos ha enseñado de manera muy dura que la pobreza no se combate con ideologías, con leyes inventadas, con imposiciones. La pobreza no se combate enfrentando ricos y pobres, ni con guerrillas, ni con discursos que durante un siglo escuchamos. Esa pobreza que, como algunos paises nos han enseñado, se combate creando riqueza, no repartiendo la existente. Esa pobreza que se resuelve abriendo puertas, construyendo puentes. Pero sobre todo, el primer paso que tenemos que dar es el creer que podemos cambiar, el quitarnos esa mentalidad de “siempre seremos así”. Sí, podemos y debemos cambiar!
Siempre escuchamos eso de trabajar por la patria, servir a la patria. ¿Cómo se hace eso? Simple: haciendo nuestro trabajo lo mejor posible, contagiando a los demás ese entusiasmo de hacer las cosas bien. Y sobre todo creer, creer en nosotros mismos. Creer en que podemos lograr que nuestra patria sea un lugar hermoso para vivir. Soñando también. Soñando en un lugar del que nadie se quiera ir.

Vamos Centroamérica!