Ya son varias las semanas en las que he visto en titulares de la prensa sobre los inhumanos esfuerzos que el gobierno está haciendo para estabilizar un poco el grave problema de la subida de precios. Muchas conjeturas he escuchado: que quieren poner precios tope, que le van a poner impuestos a las llamadas por celular, que van a subsidiar los combustibles, etc. Imagino a nuestro presidente haciendose un queso viendo qué hace para rebajar los precios. No sé que irán a parar haciendo, pero realmente espero que nada.
Hay que comprender una cosa y comprenderla bien: el gobierno NO debe involucrarse en la economía. El gobierno NO puede hacer que la economía mejore y prospere. Lo que sí puede hacer es detenerla, ponerle trabjas, desengrasarla. Hay que comprender eso. Es una falacia y una estupidez abogar por un estado multi-usos y todo-lo-puede, especialmente cuando sus labores reales no las cumple (seguridad y justicia).
En la Historia los hombres aprendimos ya casi por completo que debe haber una separción entre estado e Iglesia. Ahora lo que debemos comprender, y cuanto antes mejor, es que hay una separación entre estado y economía. Los estados se meten en las economías para agenciarse de recursos, so pretexto de ayudar a los más pobres. Lo paradójico y trágico, es que al hacerlo hacen pasar hambre a los más pobres, y aumentan el número de pobres.
Así como un estado NO puede decirme si creer en Dios o no, tampoco puede decirme si quiero ser productivo o no.
¿Saben qué debe hacer el gobierno si desea realmente bajar precios y “ayudar” a la economía? Bajar y/o quitar impuestos. ¿Están caros los combustibles? Quítemosle el impuesto! El problema es que tenemos un estado con 180 y pico mil burócratas que dependen de esos impuestos, impuestos que salen del trabajo tuyo y el mío. Irónicamente el presidente que tenemos quiere convocar a un “pacto” fiscal para jodernos con unos impuestitos más.
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