Una de las realizaciones más importantes de un ser humano, el punto de inflexión en el proceso de maduración es el darse cuenta sobre la responsabilidad que cada uno tiene sobre su vida. Este proceso, en el cual la persona se da cuenta que su vida es función de su acciones frrente a lo que sucede, no de lo que sucede, es un paso fundamental para adueñarse de su vida, para comenzar a hacer algo importante de ella. Lamentablemente esta epifanía no llega a todas las personas, incluso me atrevo a aseverar que cada vez le sucede a menos y menos personas.
Por nuestra propia naturaleza, los seres humanos crecemos dependiendo de alguien. Cuando nacemos, y durante nuestos primeros años, somos totalmente dependientes. Dependemos al 100% de otras personas para sobrevivir. Conforme el tiempo pasa nos comenzamos a volver más independientes, pero en nuestro foro interno, aprendimos desde muy pequeños a depender de los demás. Este comportamiento, necesario al inicio, en un momento debe reemplazarse con uno nuevo: el ser independientes: depender de nosotros mismos.
El aceptar la responsabilidad de nuestras vidas es un elemento clave, un momento clave en nuestro desarrollo. Y es una decisión dificil. Cuando tomamos esta decisión nos quitamos la posibilidad de culpar a otros por nuestras situaciones. Si las cosas salen -o no salen- es ahora gracias a nosotros. Nadie es más es responsable por nuestras vidas, sólo nosotros. Esta verdad se cumple sea que nos demos cuenta o no. Por ello si lo aceptamos tenemos una gran ventaja.
El enfoque de ser dueños de nuestras vidas, arquitectos de lo bueno o malo, produce un cambio radical en nuestra vida. Conlleva un nuevo paradigma, unos nuevos lentes desde lo cual veremos la vida. Y cómo vemos la vida es cómo la vivimos, y cómo la vivimos es cómo la vemos. Por ello la filosofía es tan imporante para todos. Está en nuestra naturaleza elegir una filosofía de vida, y el no elegir una es también una elección. ¿Quieres ser el arquitecto de tu vida, o quieres ser el fruto de la arquitectura de otros? Esas son las únicas dos opciones. Como dice el dicho, hay dos tipos de personas: las que viven como piensan, o las que piensan como viven. Intenta ser siempre estar en la primera categoría.
Este cambio de paradigma puede ser una epifanía repentina, o puede ser un largo proceso. Para la mayoría es lo segundo, y es complejo, y es duro. Pero vale la pena. Comienza a revisarte, y preguntate ¿soy responsable de mi vida? ¿Me he dado cuenta de ello ya? ¿Actúo coherentemente con esta realidad?
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