Las escalas de valores para decisiones importantes

Las analogías, los modelos y los métodos, son simplificaciones. Hay herramientas para cada caso, y es un arte aprender a utilizar cada utensilio para su mejor uso. Es mejor utilizar una escopeta para cazar aves, pero no para matar un mosquito. Y también hay niveles que son más críticos que otros. Hay decisiones que son triviales y no deben quitarte mucho tiempo, cómo qué comerás hoy, o qué camino tomarás a casa. Hay otras que tienen consecuencias de por vida, y es mejor que se las piense más.

Las técnicas, los métodos, al final son recetas: dadas estas circunstancias, debes hacer esto y aquello para lograr el resultado que quieras. Seguir estas recetas en muchas ocasiones es sensato. Si quieres mejorar tu resistencia física, hay maneras de hacerlo, y no deberías complicarte, ya que hay mucha gente que lo ha hecho antes que tu. Pero cambiar de trabajo, o comenzar una carrera nueva, por ejemplo, no son decisiones triviales, y no hay receta que te de la solución a ellas.

Suena trillado, hasta de más, pero es necesario aprender a escucharte. A descubrir qué es lo que quieres, a encontrar la claridad que a veces se escapa. Porque hay circunstancias, y generalmente son las más importantes, en las que no habrá receta que nos funcione. Tendremos que tomar una decisión basado en nuestra intuición, en nuestra inteligencia emocional.

Y es, para esos momentos claves, que una moral, una escala de valores es imprescindible. Las decisiones difíciles, suelen serlo, porque involucran un costo de oportunidad, una renuncia. El hacer A quiere decir que dejarás de hacer B.  Y renunciar a algo siempre es complicado, aunque ese algo sea tan sólo una proyección. ¿A qué debes renunciar? A lo que esté menos apegado a tu escala de valores. En los momentos de duda, es dónde debes comparar la duda que tienes con la escala que elegiste como la más importante de tu vida. Es increíble lo que ayuda a tomar decisiones claras y sin culpa. Pero para eso, es menester que antes de la duda esté la escala de valores. No pueden surgir juntas. Puede modificarse al mismo tiempo, pero debe de existir de antemano.

Y para que existe tuviste que haber pensado en ella. ¿Cuáles son tus valores? ¿Qué es lo más importante de tu vida? Anótalo, y destílalo. Será importante a la hora de tomar decisiones.

 

Claridad y significado

No podemos predecir el futuro. Es vano intentarlo. Pero podemos ayudar a inventarlo. Para inventarlo es necesario saber qué quieres. El oráculo de Delfos decía que el secreto era conocerte a ti mismo. Pero está incompleto, el secreto es conocerse a uno mismo para saber qué es lo que se desea, qué rumbo se desea caminar.

El vivir una vida significativa y plena depende de uno. Y es responsabilidad de uno. Entonces, darle significado a la vida también depende de uno. Y no es fácil. Requiere de horas de introspección, y de un con consistente proceso de prueba y error.

Algunos tienen la suerte de encontrar la claridad en el camino temprano. A otros nos cuesta tiempo y esfuerzo. Pero merece la pena ser persistente. Merece la pena definir qué es lo que quiero. Y lo que quiero es es algo que no suele ser complicado, ni mucho. Generalmente puede definirse en una frase, pero esa frase puede darle sentido a nuestra vida.

Por otro lado, sin importar que tan claro tengas el qué,  y el por qué, el cómo es algo que irás aprendiendo a conocer en el camino. Es como conducir un auto a una ciudad lejana. Sabes a dónde quieres ir, sabes por qué quieres ir allá, y tienes una idea a grandes rasgos de cómo. Sin embargo, no puedes predecir si lloverá, si habrá tráfico, si habrán accidentes, si se hará de noche antes de lo que anticipabas, si el auto necesitará gas y hay cola en la gasolinera, etc. El cómo irá apareciendo, pero si tienes el qué y el por qué, se hará más fácil. La claridad del cómo es importante, pero la realmente importante e la del qué y del por qué.

¿Tienes claridad en tu propósito?

El costo de seguir eligiendo algo errado

Cuando nos hacemos de un bien (material o no) tenemos la tendencia a crear un lazo emocional a ese bien. Por muy tenue que este lazo sea, juega un papel importante cuándo se nos presenta la oportunidad, o la necesidad, de dejar ese bien que ya es nuestro.

Por eso es que nos cuesta dejar una relación tóxica en la que “hemos invertido tanto”; o que nos aferramos en esa idea de negocio “en la que hemos puesto tanto empeño”; o seguimos en ese puesto de trabajo que tanto nos gusta “porque nos ha costado tanto conseguirlo”.

Un experimento de 1990 eligió al azar estudiantes universitarios y los dividió en tres categorías: vendedores, compradores y “elegidores”. A los vendedores se les obsequió una taza con el logo de la universidad, y se les preguntó si la venderían por un valor entre $0 y $9.25. A los compradores se les preguntó si comprarían las tazas por algún valor en ese rango. A los elegidores se les dio la opción de elegir una taza o dinero en efectivo, en base a los precios obtenidos de los primeros dos grupos.

Los resultados fueron interesantes: los vendedores, que ya poseían las tazas, asignaron de manera consistente un valor más elevado a las tazas, con una media de $7.25. Los compradores estaban dispuestos a pagar tan sólo $2.87 en promedio. Los elegidores dieron un precio medio de $3.12. Diferentes variaciones de este experimento han resultado la misma conclusión: el poseer algo, tiende a identificarnos con lo que poseemos, y le asignamos un valor mayor.

Muchos vendedores saben esto y lo utilizan con sus potenciales clientes. Cuando un vendedor te ofrece un test-drive de un día, o cuando una empresa te deja probar su producto por 14 días sin costo, o cuando un nuevo producto de ejercicio puede llegar a tu casa con “garantía de retorno” gratis si no te gusta, a lo que en realidad están apelando es a que el potencial cliente se “asocie” con el producto, y el efecto de dotación (endowment effect), junto a la aversión a la pérdida hagan el resto. Y es efectivo.

Imagina que planeas dos pequeños viajes de vacaciones. Uno a un lugar que te gusta bastante y te cuesta $100. Pasado un tiempo aparece una gran oferta para un lugar que te agrada aun más y pagas $50 por el. Unos días después te das cuenta que cometiste un error: compraste ambos viajes para la misma fecha. Es muy tarde para devolver o modificar cualquiera de las reservaciones. Este planteamiento se le hizo a un conjunto de sujetos y se les consultó qué viaje tomarían. La mayoría eligió el viaje más caro, aunque le gustara menos, porque sentían que desperdiciaban menos. ¿Por qué? Porque también tenemos una aversión a lo que percibimos como desperdicio.

Renunciar a proyectos en los que hemos invertido mucho, lo percibimos como un desperdicio, y al verlo así, vemos el seguir insistiendo como la mejor estrategia, aunque sean callejones sin salida. Aun así gastemos energías y recursos en algo que no tiene sentido. Distinguir este comportamiento en nuestra vida nos puede ahorrar muchos disgustos y tiempo realmente perdido.

Hay varios intentos de explicar esta tendencia. Inicialmente los economistas del comportamiento propusieron que es natural, ya que los humanos tenemos la tendencia a evitar y alejarnos de la pérdida. Le damos más peso a perder algo que a ganar algo: es más difícil vender nuestro auto actual que comprar uno usado.

Estudios más recientes sugieren que el adueñarnos de algo crea una relación entre esa cosa de la que somos dueños y nuestra identidad. Por ejemplo al comprar un carro nuevo, nos volvemos “cool” como el carro. O al comprar unos Nike nos volvemos hábiles como Jordan.

Más recientemente, hay estudios de Stanford analizan cómo este efecto sucede en el cerebro, haciendo experimentos con estudiantes y mostrando como este comportamiento “irracional” es verdadero y consistente.

Es importante que sepamos que esta tendencia existe, y la notemos en nuestra vida. Muchas veces dejamos que lastres sigan con nosotros, aun cuando sábenos que nos hacen daño o no nos dieron resultados. Es diferente ser persistente, a tener una aversión a renunciar a algo porque hemos invertido mucho (tiempo, cariño, dinero, estudio, emoción) a ello. Pero es importante que lo hagamos, porque sino aparecen metas zombies y es muy fácil que se escapen nuestros objetivos importantes y nazcan caudales de culpa que nos impiden ser todo lo que podemos ser.

Hoy en mi vida, ¿a qué me aferro irracionalmente?