Barnes & Noble cierra las puertas de 500 de sus instalaciones. Esta noticia me dejó un poco nostálgico, por varias razones. Una, B&N fue en algún momento cliente, y la otra -quizás la mas profunda- es la añoranza y los recuerdos de los buenos momentos que pasé en los pasillos, anaqueles y cafés de esta cadena, o de su eterna competencia Borders. Igual de triste me sentí cuando Borders quebró hace casi 10 años. Recuerdo mucho la de la 59th street y 5th avenue en Manhattan.
Siempre me he preferido lo “no de cadena”, y una de las pocas excepciones fueron las grandes vendedoras de libros norteamericanas. Desde adolescente cuando tenía la oportunidad de viajar al país del norte, de las cosas que mas disfrutaba era perderme en los enormes edificios con múltiples pisos y millares de ejemplares. Poder leerlos, poder ver qué había de nuevo, poder estar ahí horas sin que nadie me inquietara, tomando un buen café. Aquella época pre-Amazon, pre-reviews en línea. Tenía su magia.
Aunque leo ya más libros digitales, aun tengo ese gusto secreto de leer un libro en papel del rayarlo, de apuntar en él. Noticias como estas reflejan el cambio de era. Tal vez mis hijos no sabrán qué es ese gusto por el papel que los de mi generación tuvimos.