Una frase que desde mi infancia se asomó: “respetos humanos”. Es una forma bonita de referirse a que las cosas las hacemos, o las dejamos de hacer, para no ser juzgados por los demás. En muchas personas, me animo a decir que en todas, el juicio de terceros es siempre un ingrediente para el propio actuar. No conozco a alguien que actúe igual estando consciente de que es visto, y por tanto juzgado. Muchos de las paredes que se crean en la mente, de los monstros que ahí nacen y que impiden muchas veces que hagamos las cosas como quisiéramos, nacen del potencial juicio de otras personas.
Es curioso, que ese juicio que esperamos que otras personas hagan bajo el cual se actúa para que “piensen que somos esto”, para “que no piensen que somos lo otro” es realmente un juicio propio. Porque no nos es posible saber cómo realmente piensa el otro. Lo que hacemos, con asombrosa habilidad, es seguir este pensamiento: “si hago esto, van a creer que soy tonto” ó “si hago lo otro van a creer que soy inteligente”. Lo gracioso es que seguramente el juicio del otro es distinto, de modo que actuamos, o dejamos de actuar, en base a nuestros juicios de los juicios de otras personas. Irónico.
Leave a comment