Sigue comenzando, busca contínuamente dónde comenzar, y la finalización llegará por si sola. La vida se trata de seguir comenzando. Más bien, de decidir lo que deseamos y luego hacer todas esas pequeñas cosas que hacen falta para lograrlo. Pero toda faena grande se divide en muchas pequeñas, que necesitan que las comiences a hacer.
Insisto, comenzar, empezar, encender. Se nos ha entrenado durante nuestra vida a terminar las cosas, a completarlas. Nos enseñan a proponernos metas monumentales y luego a ir por ellas. Pero a esas metas monumentales se llega paso a paso, minuto a minuto, día a día.
Una de esas muchas ciencias nuevas interesantes que ha ido apareciendo se llama economía conductual (behavioral economics) y entre sus postulados hay uno muy interesante: mientras más lejana está una meta, menos incentivo tenemos para cumplirla. Tiene mucho más peso un placer cercano fácil de conseguir, que una satisfacción lejana difícil de conseguir. Y lo cuirioso de estos estudios es que han sido probado incluso en algunas aves, y parecen comportarse de igual forma a nostros. Cada vez parece más claro que el sacrificar cosas del presente por beneficios del futuro es algo “anti natural”, algo que tenemos que esforzarnos por conseguir. Lo paradójico es que el camino para ser feliz, para sentirse satisfecho, es el de sacrificar cosas en el presente en favor de beneficios futuros.
Si una meta es muy lejana, tenemos que buscar con el ingenio formas de dividr esa meta en pequeños pasos, en pequeñas tareas, en pequeñas metas. Cada vez que completamos algo nos da satisfacción y nos alienta a seguir. Pero si en nuestra mente lo que deseamos es muy grande y lejano, el sólo hecho de comenzar a considerar trabajar en ese objetivo nos intimida, y buscamos formas de emplear nuestro tiempo que nos den recompensas más pronto.
“¿Dónde comenzar?” es mucho más poderoso que “¿Cómo terminar?”. Bueno, quiero hacer una aclaración aquí. La segunda pregunta es clave desde un punto de planeación, pero es una trampa en el momento de hacer las cosas. Cuando decides qué quieres hacer, lo primero que te preguntas es ¿cómo llego ahí?. Pero una vez defines ese ¿cómo llego ahí? enfócate en el ¿dónde puedo comenzar para hacer lo que tengo que hacer para llegar ahí?
Un gran proyecto, imaginemos una entrega de un reporte trimestral a tus superiores. Sabes que tienes que hacerlo con meses de anticipación. Y es muy probable que durante muchas semanas te recuerdes a diario “tengo que hacer el reporte trimestral”. Pero el reporte trimestral es un proyecto tan amplio, que cuando te propones en trabajar en el no sabes donde. Y muchas veces regresas a planear. Por ello es en nuestra planificación ser lo más específico y concreto posible. Tener acciones muy bien definidas. De lo contrario te la pasarás planeando todo el tiempo, y cuando llegue el tiempo de entrega seguirás pensando “tengo que entregar el reporte”. Pero si desde el inicio destilas el proyecto en tareas más sencillas, y con recompensa más cercana, las cosas caminaran más sencillo. Por ejemplo se puede dividir el reporte en “hacer reunión con gerentes para pedir estadísticas del trimestre, buscar una plantilla de PowerPoint para la presentación, pedirle a mi secretaria que me junte los papeles necesarios para el reporte, pedir a x, y, z me den un resumen de sus áreas, hacer una análisis con los datos recibidios, etc…”. Para tu mente será mucho más sencillo querer comenzar con “buscar plantilla de power point” que pensar en “tengo que entregar el reporte trimestral”.
Edúcate a buscar siempre por donde comenzar. Sé un contínuo comenzador. Busca la manera y el tiempo de comenzar las pequeñas cosas que hacen las grandes cosas. Preocúpate por comenzar, la finalización vendrá por sí sola.
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