Hace unas semanas leí un libro que se llama Deep Work, que habla de cómo el mundo en el que vivimos es un mundo de distracciones, y como estas distracciones son tan normales que pocos se dan cuenta de que existen. Por otro lado, las tecnologías de la información requieren los resultados de trabajos que exigen altos índices de concentración. La concentración y la distracción son opuestos, por lo tanto, en un mundo de gente distraída, la gente capaz de concentrarse tiene ganancias (económicas, de satisfacción, y de desarrollo) mayores, a la vez de poseer un músculo mental que les permite concentrarse.
¿Cómo hacen estas personas para lograrlo? Evitan y matan las distracciones. El autor del libro, Cal Newport, comenta su experiencia, en la cual el trabaja para para universidades reconocidas, publica varios papers al año, y mantiene una vida social equilibrada sin la necesidad de las redes sociales. El hecho de “que no hacen daño” no quiere decir que sean necesarias es la idea que el intenta compartir. Y más allá, a largo plazo sí que pueden hacer daño. Por otro lado, Cal tiene un blog, al que sí le dedica tiempo, que tiene miles de seguidores.
Dos conceptos me quedaron grabados. El primero es el ejemplo de un escritor famoso (no recuerdo el nombre, pero está en el libro) que decía que el no tiene cuenta de Twitter ni de Facebook, porque el prefería esceribir un libro que tener muchos tuits. ¿Y si eso ha pasado en mi vida? ¿Si en vez de leer muchas cosas coherentes y beneficiosas me la he pasado leyendo tuits? ¿Y si en vez de escribir en redes sociales, escribo más en mis libros? Al final el tiempo sigue siendo finito….
El segundo, es que las redes sociales, como las máquinas tragamonedas, están diseñadas para ser entretenidas, para que pasemos el mayor tiempo posible en ellas. Son, por naturaleza adictivas. Por tanto, es muy fácil pasar mucho tiempo en ellas. En fin. En lo que va del 2018 saqué números utilizando RescueTime (una aplicación súper recomendada) y esto es lo que obtuve:
Este año, de las casi 137 horas que llevo en bitácora, un 4% ha sido en redes sociales. Debo decir, que parece ser hasta cierto punto bajo, y no preocupante. Pero si agregamos las horas que uso en mi celular, lo preocupante avanzará. Pero sobre todo, lo más dañino es que interrumpen. Si fueran horas seguidas, no fuera tan alarmante, al final es una fuente de entretenimiento.
Entonces, lo que haré por lo que queda de febrero, es tomar una aproximación diferente: en vez de caer en las redes cuando esté aburrido o cuando por acto reflejo termino en ellas, lo que haré es calendarizar dos piezas de media hora en la semana para estar en ellas, y me comprometeré a no ver las redes sociales más que en los tiempos asignados a ellas.
También las eliminaré de mi celular, porque ahí es donde más tiempo paso en ellas. Como no quería ser tan drástico de cerrar mis perfiles, creo que esta idea puede contener mi consumo de redes sociales. Por otro lado, quiero producir en ellas, y es posible que comience a postear mis artículos en ellas. Veremos en 4 semanas como me fue.