Hace no muchos días el presidente Maduro de Honduras fue el primer individuo en poseer como identificación personal e internacional un pasaporte centroamericano. Esta noticia indudablemente causó gran alegría para mí. De hecho mi pasaporte está vencido desde hace un par de meses y no lo he renovado debido a que no quiero esperar cinco años para tener mi pasaporte centroamericano y en Guatemala dichos pasaportes se empezarán a emitir en febrero. Lo mejor es que sí he neceistado viajar, pero por suerte a la hermana República de El Salvador, para la cual ya no necesito pasaporte para entrar.
Aunque es algo muy simbólico el hecho de tener un mismo pasaporte es un gran paso para crear ese sentimiento de unión que nos debe invadir a todos los centroamericanos. Lástima que Costa Rica y Panamá no se hayan unido aun (y recalco ese aun) al proyecto. Que bueno que nos estamos dejando de nacionalismos estúpidos y abramos los ojos a la unión, una unión de un pueblo que en su esencia y en sus orígenes es el mismo. Sí, con matices distintos, pero con los mismos sueños y problemas. Alguien me dijo un día que había cuestiones culturales muy distintas, pero estoy realmente seguro que dichas diferencias son una nada comparadas con las diferencias que pueden haber entre Alaska, Hawai, California y Minnesota; sin embargo todos pertenecen a un mismo país. Que bueno que abramos los ojos y nos demos cuenta de que juntos somos más, pesamos más, podemos más. Que bueno nos empecemos dar cuenta que esas fronteras que nos separan más daño nos hacen a todos los habitantes de esta hermosa tierra.
Ojalá este tipo de proyectos no se queden en eso. Tenemos que trabajar por lograr esa unión que a todos los integrantes conviene. Por favor, dejémonos de niñerías y empecemos a modelar y construir esa Centroamérica en la que la pobreza sea atacada en sus raíces, de manera conjunta. Y la historia nos ha enseñado de manera muy dura que la pobreza no se combate con ideologías, con leyes inventadas, con imposiciones. La pobreza no se combate enfrentando ricos y pobres, ni con guerrillas, ni con discursos que durante un siglo escuchamos. Esa pobreza que, como algunos paises nos han enseñado, se combate creando riqueza, no repartiendo la existente. Esa pobreza que se resuelve abriendo puertas, construyendo puentes. Pero sobre todo, el primer paso que tenemos que dar es el creer que podemos cambiar, el quitarnos esa mentalidad de “siempre seremos así”. Sí, podemos y debemos cambiar!
Siempre escuchamos eso de trabajar por la patria, servir a la patria. ¿Cómo se hace eso? Simple: haciendo nuestro trabajo lo mejor posible, contagiando a los demás ese entusiasmo de hacer las cosas bien. Y sobre todo creer, creer en nosotros mismos. Creer en que podemos lograr que nuestra patria sea un lugar hermoso para vivir. Soñando también. Soñando en un lugar del que nadie se quiera ir.
Vamos Centroamérica!