¿Que le pedimos a nuestro gobierno?

 El Gobierno es, por su origen y por definición, un mantenido. El Gobierno es un ente que no produce (y no debería producir!!) y que mantiene para sí el monopolio del uso de la fuerza, con la finalidad de garantizar la seguridad de los habitantes de una región.

El gobierno NO existe para dar salud, para dar vivienda, para dar educación, para fomentar el arte, para manejar precios, para apoyar investigaciones, para repartir fertilizantes, para fomentar valores, para .

No existe gobierno en el mundo que haya nacido con la finalidad de dar salud. En la Historia eso no existe, ni tampoco educación, y el gran etcétera. El gobierno nace para proteger los derechos básicos de los ciudadanos: su vida, su integridad física y su propiedad. La evolución de las civilizaciones ha visto como los gobiernos han evolucionado de tal manera que la clase gobernante tiene cada vez menos poder. Antes los faraones, reyes, caciques, señores feudales, jefes de tribu, emperadores tenían un poder prácticamente ilimitado. Gracias a ideologías liberales poco a poco la clase gobernante tiene menos poder, y lo tiene más distribuído. Pero más importante: el valor de la persona individual es cada vez mayor. La minoría del uno tiene cada vez más sus derechos asegurados. No importa quien yo sea, en una sociedad libre, nadie puede agredirme, robarme, estafarme o faltar a los contratos que hagamos. Bueno, sí puede, pero si lo hace será castigado. Para eso le pago a alguien. Yo no sé de seguridad, y no me interesa, así que le pago a alguien que lo haga: al Estado.

 Las vueltas de la Historia han cambiado poco a poco el poder del Estado, y de pasito en pasito los gobiernos comienzan a tener más y más poder, bajo excusas (algunas probablemente bien intensionadas) de la más amplia índole, los gobiernos cada vez tienen más poder.

En una democracia, los habitantes de un territorio decidimos las autoridades que creemos harán prevalecer nuestros derechos. Hay que anotar que un complemento indispensable de la democracia, es un sistema fuerte de leyes, de manera que no se llegue a lo que se llama “tiranía de las masas”. La democracia NO puede ser “lo que la mayoría decida”. Esa idea hay que sacarla de la cabeza de mucha gente. Si eso fuera así, en una comunidad donde el 70% son habitantes de la raza X y el 30% de la Y, si los de la raza X votaran para esclavizar a la raza Y, esa desición sería totalmente democrática. Lo mismo si lo que diverge es la religión, o lo mismo la ideología política. La democracia debe tener límites, porque con todas sus cosas raras, es el mejor sistema político que conocemos.

Una democracia de personas con educación y otra de personas sin educación tienen resultados tremendamente diferentes. Decía alguien por ahí que está en contra de la democracia, y que se convenció de ello hablando cinco minutos con el votante promedio. No se diga en nuestro país en donde lamentablemente mucha gente no sabe leer, la educación secundaria tiene niveles bajísimos, y la universitaria niveles que da pena apreciar. Y a eso hay que agregarle que la educación en todos los niveles tampoco es muy buena que digamos.

Ya me fui por las ramas. El punto al que quiero llegar es este: tenemos que saber qué pedirle a nuestros gobiernos, y qué no. Si le pedimos a nuestros gobiernos cosas que no le competen (como lo hemos hecho hasta ahora) nuestros gobiernos se van a meter en proyectos que no le competen y en el cual no pueden ser bueno. Peor aun, impide que las entidades que pueden hacer esas cosas funcionen bien. Por otro lado, el Gobierno de los “contribuyentes” a la fuerza, y como a todos, a mí no me gusta que hagan burradas con el fruto de mi esfuerzo. Así que si el gobierno hace mal uso del dinero que le damos (que es esfuerzo de cada uno) no sólo es errado sino que hasta cierto punto inmoral.

 Por otro lado si le pedimos lo que le debemos exigir (no hay que pedirlo, le estamos pagando, y mucho, a nuestros gobiernos), los resultados van a mejorar. Lo primero que le debemos pedir a cualquier gobierno es seguridad y justicia. Entiéndase por justicia el castigar a lo que agredan la persona o propiedad de otros y a los que incumplen contratos. A los chapines se nos ha olvidado exigir esto. Y me sorprende de sobremanera el que los debates y las propuestas políticas hablen tan poco de ello. Los candidatos ofrecen cosas tan creativas como repartir vasos de leche, fertilizantes, apoyar al arte, apoyar a la vivienda, capacitar al productor nacional, invertir en deporte, etc. y hablan tan superficialmente del tema más grave de nuestro país: la seguridad. El resto depende de los demás. Si nos dejan todos buscamos la manera de salir adelante. Hay que recordar siempre: el que mucho abarca, poco aprieta. ¿Qué queremos, un país seguro y con reglas prácticas, que fomente la inversión y la creación de nuevos empleos elevando el nivel de vida de todos, haciendo posible que cada quien se capacite, compre su leche, su casa, salud, educación y arte; o queremos un gobierno que no nos de seguridad y todo lo anterior no suceda (nadie invierta) pero que nos de educación paupérrima, salud casi nula, y un vasito de leche? No podemos tener las dos: no alcanza. La seguridad es cara…¿la queremos pagar?

luishernan@gmail.com

Y tu que no tienes fronteras decidiste mejor

Si algo me encanta de la ciudad de Guatemala, es despertar con el canto de los pajaritos, que no importa la época del año están ahí, indiferentes a los problemas que nosotros humanos nos inventamos. Esos pajaritos, que bien podrían vivir en la selva, en los bosques, en la montañas verdes que aun abundan en nuestro país. Sin embargo han prefieren estar aquí, en medio del ruido, el humo, la actividad, el movimiento de la ciudad, compartiendo con nosotros, dándonos una sonrisa cuando los miramos en los árboles, en los postes, en los extraños nidos que logran construir.
En el reciente concierto de Alux al que asistí tuve la suerte de poder escuchar esta canción en vivo, nunca lo había hecho, y la quiero compartir con ustedes, porque vale la pena.

Ave de Mi Ciudad, Alux Nahual

Alma verde, verde corazón
Recién abierto al mundo oliendo a creación
Alma verde, verde corazón
Que haces tu aquí en el bosque de hormigón
Deberias de est ar en tumundo verde
Lejos de esta ciudad
Alla donde salta el venado
Donde grita el jaguar
Deberias de es tar en tu mundo verde
Lejos de esta ciudad
Alla en la cresta del viento
Respirando tu paz

Ave de mi ciudad
Alma verde, verde corazon
Has visto desde el cielo nuestro mundo de dolor
Alma verde, verde corazon
Y tu que no tienes fronteras decidiste mejor
Quedarte aquí entre la gente viviendo en esta ciudad
Aquí para recordarle al hombre que se puede volar
Quedarte aquí entre la gente viviendo en esta ciudad
Aquí para recordarle al hombre la libertad
Ave de mi ciudad

 

Alma verde, verde corazon
Has hecho tu nido de acero y cartón
Alma verde, verde corazon
Vives sobre un cable de alta tensión
Pero cantas igual como canta el agua
De un nuevo manantial
Igual que la tierra mojada
Cuando llueve la paz
Cantas igual como canta el viento
Que juega entre el cafetal
Igual que la risa de un niño en navidad
Ave de mi ciudad

La ideologia es importante

En el mundo que nos toca vivir no podemos predecir las situaciones a las que estaremos expuestos. Esto es cierto no sólo en cuanto a personas, sino que también a sociedades grandes y pequeñas: países, empresas, continentes, etc. Esto es afortunado, porque si pudiésemos predecir los acontecimientos futuros, la vida carecería de encanto.

Como no sabemos a qué estaremos expuestos, no podemos crear un plan de acción ante todas las posibilidades. Pero sí necesitamos un plan de acción. Una persona sana debe poder deducir qué es lo mejor que debe hacer ante x ó y circunstancia. Claro, existe la posibilidad de no querer saber a qué estaremos expuestos, pero esto equivale a tener un barco sin rumbo que va en el mar a merced de los acontecimientos externos.

Es por eso que los seres humanos tenemos nuestros códigos de valores, nuestra moral. Cada persona tiene una escala de valores distinta, y actúa de acuerdo a ella. Cuando se presenta una eventualidad, la persona revisa su escala de valores, sus reglas de actuación, y responde de acuerdo a ella. Como seres humanos estamos todo el tiempo decidiendo cosas. Nuestras desiciones se basan en nuestro código de conducta. El código de conducta, las reglas morales no son relativas, porque de serlo no tendrían razón de ser. Si mi filosofía es “yo actúo de acuerdo a las circunstancias” y cuando me pasa algo hago algo, y eso me vuelve a suceder y hago algo diferente, simplemente no tengo filosofía. Recuerdo hace muchos años alguien que me dijo “el que no vive como piensa, para pensando como vive”.

Por ejemplo, una persona que tiene en su código de valores “no robar”, sabe que ante cualquier circunstancia que se le presente, el robo no es una opción. El ejemplo parece obvio, pero no siempre lo es. Supongamos un estudiante tiene muy en alto en su escala de valores el obtener buenas calificaciones. Ante cualquier circunstancia el actuará apegado a esta idea, si realmente quiere las notas altas. Cuando sus amigos le inviten a salir, el deberá calcular que tanto le conviene distraerse un rato o aprovechar el tiempo repasando. Y nuestro mecanismo de elección es tan innato, que se vuelve casi automático.

De igual manera sucede cuando se toman desiciones políticas. Especialmente en un sistema democrático muy partidista, como el nuestro. Las desiciones que un grupo político debe tomar son muy variadas: aumentar ciertos gastos públicos; aprobar tratados internacionales; aumentar, cambiar o eliminar impuestos; fiscalizar una vasta gama de gastos y de hechos, reaccionar ante desastres naturales, regular los negocios, etc, etc, etc.

Al momento de proponerse a un cargo público el partido hace ciertos ofrecimientos a los ciudadanos. El grupo político intenta predecir a su gusto los futuros acontecimientos del país y ofrece lo necesario para llegar al cargo al que optó. Pero si un grupo político tiene una ideología definida, esto ya no se hace necesario, porque el electorado sabe qué y qué no hará el partido elegido ante cierta circunstancia.

Un partido libertario tiene unas directrices de comportamiento que nos permiten preveer con certeza qué acciones tomará ante cada circunstancia imaginaria. Lo mismo un partido de izquierda. Los electores valoramos cada parte y elegimos. Es más, en una democracia viva, los electores tienen una preferencia, y generalmente optan por ella la mayoría de veces. En Estados Unidos o se es demócrata o republicano, en España PP ó PSOE, etc. Quien sea el nombre de la persona a ocupar el cargo importa, pero ya no tanto.

Dice el dicho que si Juan roba a Pedro para darle a Pablo, Pablo siempre votará por Juan. En un juego democrático se tiene la errónea idea de que se hace lo que “la mayoría quiera”. Incluso no es el caso nuestro, nuestro caso es “gana el que más ofrezca lo que la mayoría quiere” porque rara vez se cumplen las promesas. Generalmente pasa esto por ser totalmente infactibles.

Entonces si no hay partidos con ideología se vota por los ofrecimientos. Pongamos el ejemplo de los maestros. Si no estoy mal, son como 180,000. A veces los maestros piden cosas que a ojos de todos son abusivas. Aunque los que piden son generalmente los líderes, y sería injusto generalizar. Siempre quieren aumentos de sueldos, pero se les paran los pelos si se les exige que se capaciten. Por alguna extraña razón consideran injusto que se pague más al maestro mejor preparado, pero les parece totalmente justo que se le pague más al que más tiempo lleva laborando. En una democracia como la nuestra NUNCA un partido sin ideología va a poner este tipo de cosas en su lugar. Los partidos verán como ganarse el favor de los 180,000 maestros. Porque al parecer la ideología es “hacer lo necesario para llegar al puesto”.

En Guatemala cada cuatro años aparecen nuevas opciones. Los políticos hacen lo posible para hacer parecer ingenioso su plan de gobierno. Pero a la hora de preguntarles sobre su ideología, casi que responden: “no tenemos una”. Y esto es lamentable. Seguimos votando por nombres y apellidos y no por ideas. Ante cualquier circunstancia yo no tengo idea de como actuaría un diputado de la Gana, de la UNE, del PP, de EG, del FRG, etc. Pero sé la postura que tendría un candidato de URNG-MAIZ o de ANN.

Si queremos que la democracia funcione, de primero necesitamos que todos entendamos qué es la democracia. Luego que es lo que nos ofrecen los partidos. La factibilidad y las consecuencias de eso. Pero sobre todo que surjan partidos con una ideología marcada, y que los que pertenecen al partido se apeguen a esa ideología. Me parece de lo más bajo casos como los que se dieron que a menos de una semana de ser electos por un partido x, muchos alcaldes se hayan “cambiado de camiseta” por el partido y. En sí es una bajeza del alcalde. Pero sobre todo me soprendió ver a Colom y a Perez regocigarse en ello y recibir al alcalde con los brazos abiertos. ¿Qué clase de ética es esa? La Nula.

luishernan@gmail.com