Historia de un galgo

 A diferencia de los animales, las plantas o los hongos, yo no nací pequeño. Fui formado por varios miles de componentes, pero pude considerarme vivo por primera vez cuando medía unos 10 metros de largo, longitud que me sigue persiguiendo por toda mi vida. 

Quien me diseñó pensó que sería bueno transportar a las personas en masa. No pasó mucho tiempo desde que salí de la fábrica de dónde nací hacia las calles, para transportar un conjunto de alegres y traviesos niños. 

Así como nunca he cambiado de tamaño, sí he cambiado de color más de una vez. He de decir que los arreglos que han hecho conmigo han sido buenos. De un amarillo con negro pasé a tener festivos colores rojos, verdes, amarillos y celestes. Esto se dio cuando tuve que emigrar al sur para mantenerme vivo.

Ahora ya no transporto niños, sino que todo tipo de personas. Los viajes ahora me llenan de mucho entusiasmo, porque los paisajes que visito son realmente hermosos. Tal vez el trato que me dan no es el mismo de antes, pero no me quejo. 

Me bañan todos los días desde muy temprano, y sobre mí han pasado muchas cosas curiosas que quisiera comentar. Una mujer dio a luz a su primer hijo, Werner, sobre mis asientos. También hubo un par de novios que se dieron su primer beso en uno de nuestros recorridos. Un par de veces unos tipos se encargaron de despojar de todas sus pertenencias a aquellos que me abordaban. 

Sin duda he tenido más de un susto. Algunos de mis conductores se les olvida que no soy indestructible y me han hecho contener el aceite cuando un par de veces casi nos embarrancamos. Lastimosamente algunos colegas no han tenido la misma suerte, y he tenido que derramar algunos tornillos cuando me he enterado que han sucumbido en algún barranco o durante algún accidente. Pero esas cosas pasan. 

Sé que ya estoy viejo, pero no sé cuando llegará mi descanso. Algunos se quejan ya de los ruidos que hago cuando cambian velocidad o cuando se aplica el freno, pero no sé. Mi vida normal hace mucho debió haber acabado. Pero estoy orgulloso del servicio que he prestado, y en cuanto pueda, seguiré tratando de hacer bien mi trabajo.