
Zacapa Guatemala

Siempre majestuoso!
Siempre he escuchado críticas a la Universidad, incluso de algunos ex alumnos, pero entre las que últimamente han apareceido me parece que los autores aparentemente recibieron clases en aulas diferentes a las mías, porque en todas las críticas he encontrado poca verdad. Por ejemplo, escribieron por ahí “La Universidad Francisco Marroquín reproduce en los imaginarios de los alumnos ideas positivistas y prácticas proteccionistas heredades de la oligarquía guatemalteca”, algo que realmente no refleja en nada lo que aprendí en mis cursos de economía en los cuales se me enseñó en repetidas ocasiones los daños que un estado proteccionista, y sus prácticas, causan. Para creer que en la Universidad enseñan esto es necesario no haber recibido clases en ella, o no haber entendido el mensaje o no haberlo aprendido. Es como que me digan que en Brasil aman a Maradona.
Ciertamente, la misión de la Universidad es “la enseñanza y difusión de los principios éticos, jurídicos y económicos de una sociedad de personas libres y responsables”. Personalmente no encuentro nada de deshonroso en ello, realmente una sociedad de personas libres y responsables no es algo indeseable ni bochornoso. En muchas discusiones pude ver que se critica algo que se desconoce, algo que no se tiene idea que es, y a lo que generalmente le ponen el título de neoliberalismo (aunque hay gente que está en contra de este modo de pensar que sí comprende estos términos y tienen criterios con fundamentos). Entones, por alguna razón tildan al neoliberalismo como perverso y malévolo, y peor aún, culpan el estado actual de nuestra sociedad como una consecuencia de las políticas neoliberales que se han puesto en práctica (cosa que rarísima vez ha sucedido).
También se critica mucho la hipocresía de los egresados de la Universidad: proclaman la libertad y responsabilidad mientras que por otro lado imponen sus políticas oligárquicas (otra de esas palabras que muchos utilizan y no entienden bien). Creo que esta generalización es sumamente injusta. Probablemente hay estudiantes y egresados así, pero en su mayoría creo que los egresados de la UFM son personas respetables, responsables y con alto nivel académico. Claro, hay “firmitas” que hacen barrabasadas al salir de la Universidad (y durante), pero las hay también en cualquier otra universidad pública o privada del país. Se puso un caso de una estudiante “opinando” sobre el tema de Irak intentando ilustrar el pensamiento de los estudiantes de la UFM. En la época del Stan una amiga me contó que al contarle una estudiante de la San Carlos amiga suza que había ido a Sololá a ver qué podía hacer, recibió como respuesta “te la pasaste bien?”. No por ello puedo decir que las personas que estudian en la USAC están alejadas de la realidad.
Se critica el “lavado de cerebro” que la Universidad impone a sus alumnos, la falta de libertad en las opiniones y demás. Déjenme darles una idea de la realidad sobre la que opinan. En lo que toca a opiniones políticas o económicas yo llevé cuatro cursos, los más bajos en créditos académicos, en los que se enseñan los principios de economía y los principios liberales, específicamente de la Escuela Austriaca. Se estudian también otros sistemas económicos. Todas las clases se enriquecían con mucha discusión debido a que muchos estudiantes no estaban de acuerdo. Nadie les obligo a compartir la ideología de la Universidad, sólo a aprenderla. Incluso muchos catedráticos no comparten la forma de pensar.
En lo que estoy de acuerdo es que en la Universidad hay una subcultura muy alejada de la realidad nacional. Como dice la canción, hay muchos “chicos de plásitco” que van a la Universidad a hacer relaciones sociales y no a estudiar (casualmente los que no pasaban del primero o segundo semestre). Pero insisto, es injusto generalizar. Muchos estudiantes pasaron grandes esfuerzos para poder estudiar en la Universidad y mucha gente tiene una gran conciencia de los problemas de Guatemala, están en contacto con ellos y muchos hacen algo por ayudar.
Finalmente, quiero decir que me parece fantásticos estos espacios de discusión virtuales. Comparto la opinión de que hay tal vez mejores columnas en línea que en los periódicos. Lo que realmente me molesta es que se critique sin fundamentos. Muchos no están de acuerdo con la ideología de la Marroquín, pero eso no quiere decir que la Marroquín o sus estudiantes sean malos. Yo no estoy en a favor con muchos de los mensajes divulgados en otras universidad y no por ello las critico o generalizo a sus estudiantes como malos.
También hay personas que están en contra totalmente del ideal liberal, de sus prácticas y sus principios, personas que han estudiado el tema, que se instruyen para fundamentar sus puntos de vista; puntos de vista que no comparto pero respeto. Me gusta discutir con ellos, porque discutiendo podemos llegar a conclusiones, a acuerdos. Este artículo no es para ellos, este artículo es para aquellos que critican sin base. Así como el fútbol, de estos temas todos tienen opinión, aunque sepan poco de lo que están hablando.
Luis H. Fernandez
Links de algunas críticas recientes.
Los jóvenes libertarios estamos de vuelta. El día miércoles tuvimos la oportunidad de reunirnos de nuevo, y aunque las cosas fueron lentas, estoy muy contentos porque las cosas están comenzando a tomar forma. Muchos meses han precedido esa ilusión inicial, ese chispazo que todo proyecto tiene. Ahora las ideas están más asentadas y lo que queremos hacer está más definido.
Quiero invitar a todos los que deseen a que visiten nuestra página en http://www.joveneslibertarios.org . El sitio representa a un grupo de amigos que decidimos comprometernos a hacer algo por Guate en vez de quejarnos, y nuestras propuestas para mejorar son propropuestas de tinte liberal, ya que creemos que dejando que cada quien decida qué hacer con su vida es la manera en la que podremos llegar a lograr cambios. Creemos que el pensamiento liberal refleja el actuar humano, y que siguiéndolo podemos deshacernos de los azotes que caen sobre nuestra hermosa y rica tierra.
A los que les interese sería bueno que se inscriban y participen en nuestras discusiones y reuniones. Cada vez somos más y realmente es bonito conocer el interés que muchas personas han tenido sobre el movimiento. Esto demuestra que somos muchos los que estamos preocupados por nuestro país y queremos hacer algo para cambiarlo. También aquellos que nos visiten de otros países serán bienvenidos para que puedan aportar algo.
Si alguno no está de acuerdo con nuestra manera de pensar, pues lo invitamos también a que se inscriba y nos muestre sus puntos de vista: discutiendo vamos a llegar a un lado. La idea es que como jóvenes hagamos presión para que las cosas se compongan, y sobre todo que estemos listos para el momento en que todo el peso de las decisiones caiga sobre nosotros.
Y las nuevas ideas siempre serán bienvenidas. El sitio, al igual que el movimiento, es joven todavía y hay muchas cosas para cambiar y hacer. Visitenlo!
Luis Hernan Fernandez
luishernan@gmail.com
A la derecha Guatemala, a la izquierda México…
San Agustín de Hipona. Pocas veces había meditado en la vida de este hombre, de este santo. Sabía que había tenido unos comienzos alejados de Dios y que luego se convirtió. Sabía que fue uno de los Pilares de la Iglesia en sus primeros tiempos. Había escuchado la parábola sobre la Trinidad en la que un niño intenta vaciar al mar en un pequeño hoyo de la playa con una concha, Agustín se le acerca y le pregunta ” ¿Qué haces?”, el niño le responde “intento vaciar al mar en este pequeño hoyo”. Agusín le hace saber lo imposible de su tarea y el niño, que era un angel, le responde “primero vaciaré yo el mar aquí que tu comprendas el Misterio de la Santísima Trinidad”. Pero poco más, como pasa como todos los santos uno los cree como personas extra humanas, con dones especiales que debían de ser santos porque sí.
Si bien San Agustín fue un genio en todos los sentidos de la palabra, su vida es un testimonio de cómo una persona con las mismas tendencias, pecados y disyuntivas que uno puede convertirse en un santo de este calibre.
Una gran parte de su vida la dedicó a combatir las herejías. No con armas sino con palabras de verdad. Un gran retórico, teólogo y filósofo, con una agudeza mental capaz de desbaratar cualquier pensamiento hereje. Pero lo de hereje suena a algo viejo, a algo de hace mucho tiempo. Papini en la biografía hace comparación de las herejías que combatió San Agustín (arrianos, pelagianos, donatismo, maniqueos…) con las herejías de hoy, y el parecido es asombroso.
Es la historia de como un hombre con insasiable deseos de verdad, de felicidad llega a dar con ella en la Iglesia. En mucho trató de explicar el valor de la Iglesia fundada por Cristo y como los pecados y barbaridades de sus integrantes no denigran la grandeza de la misión de la Iglesia. Y es asombroso como los mismos conceptos que Agustín expone, hace 1700 años, son igual de verdaderos hoy y como desde aquellos primeros tiempos de la Iglesia se creía en exactamente lo mismo que hoy.
Sin duda aconsejaría la lectura del libro a cualquiera, no importa la religión que profese. Abre también el horizonte de muchas cosas históricas que sucedían en la época y las costumbres que tenían. Mi idea era que los primeros cismas grandes de la Iglesia se dieron con Lutero y seguidores, pero al leer el libro uno se da cuenta que en los mismos comienzos de la Iglesia ya existían estas divisiones, con ideologías casi idénticas a las de hoy, con motivaciones realmente parecidas. Un año después de morir un ejército de arrianos destruyó la ciudad de la que fue obispo durante más de 40 años.
Papini hace alegorías muy buenas con nuestra cultura moderna y los escritos de Agustín. Por ejemplo, hay una cita que dice “Existimos, sabemos que existimos y amamos a nuestro ser y nuestro conocer. En estras tres cosas…no nos trba ninguna semejanza de falsedad, ya que no son como las que existen fuera de nosotros y que tocamos con algún sentido del cuerpo; pero sin ninguna imagen falaz de fantasías o de fantasmas, es para mí cosa certísima que existo, que conozco mi ser y le amo. Ante estas verdades, o tengo temor algno de los argumentos de los académicos que dicen: ¿y si te engañas? Pero si me engaño es que existo. Porque quien no existe no puede ni siquiera ser engañado y, por consiguiente, si soy engañado es que existo. Y puesto que yo quien me engaño ¿cómo puedo engañarme de que exista cuando es cierto qeu existo si me engaño?”. Inmediatamente despues de estas palabras de San Agustón Papini pone: “no les recuerda esto a las palabras de Descartes ‘cogito ergo sum’?”. Así pone varios casos en los cuales aparentes nuevas ideas, buenas o malas, no lo son ya que San Agustín las abordó en los inicios de nuestra Era.
Quisiera escribir más sobre esto, porque hay mucho de ello en el libro. Pero algunos pensamientos de Agustín como el siguiente son tan increíblemente iguales y válidos hoy: “[San A gustín]Busca la iluminación interna en el impulso del alma hacia Dios, pero insiste tanto sobre la potestad y necesidad de la Iglesia, que llega a decir que cree en el Evangelio porque lo manda la Iglesia, y no en la Iglesia porque está atestiguada en el Evangelio”. Palabras profundas en gran sentido. Todo el pensamiento de San Agustín es teocéntrico. Todo va dirigido a Dios, pero literalmente todo.
Papini habla mucho de la necesidad de extremos, porque los puntos medios son mediocridades. Por ejemplo “…para Agustín, como para todas las grandes mentes, no hay grises. Las soluciones medias son mediocres; pero si se dan los extremos, siempre que concurran todos, se llega a una síntesis, que no es compromiso, es superación.” Los extremos no son malos, siempre que estén todos, porque cuando sólo hay un extremo y las cosas tienden a él, las cosas están mal.
El libro, al tener muchos extractos de la obra de San Agustín, tiene citas por todos lados. Muchas lo dejan pensando a uno mucho. Dice en algún lado que Agustín cambia los paradigmas con cositas tan sencillas como la frase “¿vivimos una vida que muere, o una muerte que vive?”. Ahora me quedé picado y estaré buscando las dos más grandes obras de San Agustín: “Confesiones” y “Ciudad de Dios”.
Papini fue un ateo por mucho tiempo. Muchos de sus libros son duras críticas del cristianismo y de la Iglesia. Su obra literaria es una evolución en la que se puede ver el cambio de un ateo convencido a un cristiano fervoroso. Pero la manera en la que escribe es realmente agradable, rara vez aburre y hace al lector necesariamente reflexionar. Si encuentran el libro, léanlo.
Inicialmente iba a escribir un post por cada libro que leyera antes de leer el siguiente, pero las ganas de comenzar un nuevo libro me han ganado, de manera que tengo alguna cola de libros por comentar. Pero mejor comienzo antes de comenzar el siguiente.
La Montaña Mágica de Thomas Mann. ¿Qué les digo del libro? Es exquisita su lectura. Al comienzo no me pareció muy interesante y decidí terminarlo debido a que es uno de los libros que hay que leer. Y aunque hay partes del libro que son un poco engorrosas y espesas, hay partes en las que no quería dejar de leer. Es uno de esos libros en los cuales lo que llama la atención no es lo que se dice sino la forma en la que se dice. Por ejemplo, hay un capítulo completo de casi veinte páginas sobre el fonógrafo, en el cual se habla casi que exclusivamente de este aparato y lo maravilloso que es (bueno, no deja de ser interesante leer estas cosas que hace unos años eran nuevas y para nosotros parte de nuestra vida desde que nacimos).
El libro transcurre básicamente en un lugar, un hospital para personas con Tuberculosis o problemas con su respiración. Hans Castorp, el protagonista, hace una visita a su primo Joachim Ziemssen que está recluido durante un tiempo por un pequeño problema en su pulmón. El inicio del libro trata de como Hans mira el comportamiento de la gente que habita en el hospital de un modo tal que los mira ajenos: con tal el estará en ese lugar solamente tres semanas. Pero al final de la tercera semana comienza a sentirse mal, se hace unos exámenes y resulta estar enfermo también. Inmediatamente su perspectiva cambia.
Sus tres semanas se convierten en años, y se acostumbra tanto a la vida en el hospital que la noticia de su dada de alta le hubiese producido pavor. Su primo sale finalmente, no por recomendación médica sino por propio principio ya que desea ardientemente ser soldado. Al poco tiempo vuelve y ambos sienten el cambio de papeles: Joachim es quien visita a Hans. Posteriormente Joachim muere.
Pero sin duda lo más interesante del libro son las conversaciones y discusiones que un italiano también recluido llamado Settembrini entabla con los protaginistas. Posteriormente aparece otro personaje, Naptha, que es lo opuesto a Settembrini. Uno es un humanista por todos los lugares y el otro es un jesuita conservador. Ambos intentan adoctrinar al joven Hans y buena parte del libro se va en estas discusiones.
Hay también una medio historia de amor. Una rusa llamada Clawdia, que se sabe que es casada pero no se le conoce al esposo. Con juegos de miradas y cosas parecidas pasan ambos mucho tiempo hasta que finalmente Hans decide armarse de valor y hablarle. El día que lo hace es el día previo a la partida de Clawdia (claro, Hans no lo sabía), pero le promete volver. Una de las razones por las que Hans no quiere abandonar el sanatorio es por la esperanza de ver volver a Clawdia. Y con los años esta vuelve, pero acompañada de un tipo que resulta ser una personalidad.
Aunque un poco pesado definitivamente es un libro que vale la pena leer, y en su mayor parte da gusto leer.
Luis H. Fernández
luishernan@gmail.com