La habilidad de controlar el impulso es la base de la voluntad y el carácter

Esta frase la tomé del libro “Emotional Intelligence”, aunque la he visto en otros círculos atribuida a diferentes personas. Es de las pocas frases que me parece que un niño debe aprender y aplicar durante su crecimiento, y que muchas veces a los adultos nos cuesta comprender.

Soy un ferviente creyente que la disciplina y la claridad de objetivos son fuentes indispensables para una vida con sentido, y el componente básico de estos es el poder controlar el impulso. La capacidad de distanciar las gratificaciones, de sacrificar algo ahora por algo más grande en el futuro, la habilidad de discernir que lo que anhelamos requiere una inversión hoy, y todo el andamiaje para poder lograr aquellas cosas que con constancia cuestan, se fundamentan en nuestra capacidad de poder decir(nos) que no en el momento adecuado.

No es fácil. Hay estudios (lean sobre “ego depletion”) que sugieren que para hacer uso de nuestra fuerza de voluntad requiere esfuerzo, y la capacidad diaria que tenemos para hacerlo es limitada. De modo que ayuda que nos alejemos de situaciones de prueba. Es más fácil evitar llegar a estar cerca de la tentación que tenerla enfrente y combatirla.

Y cómo todo en la vida, ser capaces de contener nuestros impulsos no es algo que se logra de un día para otro. Requiere de una motivación fuerte, un plan, y un entrenamiento constante. Los caprichos siempre estarán a la orden del día, y nuestra capacidad de ignorarlos, dejarlos pasar, en aras de cosas más importante será una buena medida para predecir qué cosas lograremos y que tan significativa será nuestra vida.

Esencialismo y decir que no

Hace unos días me topé con un libro muy interesante llamado Essentialism (esencialismo) que me trajo a la superficie de nuevo el concepto de “más es menos” que cíclicamente vuelve a mi radar. Pueden ver un resumen del libro, por el mismo autor, aquí.

El concepto es sencillo, hacer menos cosas, pero hacerlas mejor. En vez de decidir hacer un poquito de todo, hacer un montón de un poquito, pero hacerlo bien. Esto aplica tanto para los generalistas en tanto a los especialistas, porque un generalista para que tenga valor debe hacer suficientemente bien cada uno de las cosas que sabe.

El darnos permiso de decir que no, de dejar de decir que sí a todo, y a todos, nos abre la puerta para decir que sí a las cosas que realmente interesan. Si nosotros no priorizamos nuestra vida, alguien (o alguienes) lo harán por nosotros, y ¿creen que estaremos primero en sus agendas?

Aprender a decir que no, no es sencillo. Estamos culturalmente condicionados, especialmente los latinoamericanos, a decir que sí. Decir que no, puede verse como rudo, como poco amigable y como falto de trabajo en equipo. Pero para hacer cosas grandes ES NECESARIO DECIRLE QUE NO A COSAS PEQUEÑAS. Cada día aparecen cosas pequeñas que ameritan nuestra atención.

Pero, antes que nada, debemos nosotros mismos aprender a decirnos que no. Debemos comprender que tenemos limitaciones, y actuar acorde. La mayor limitación que tenemos es el tiempo. No tenemos tiempo para todo. Y no es decirnos que no tan sólo a algunas cosas que creamos triviales, no a cosas que consideramos importantes, pero que no consideramos tan importantes como las vitales. Es que no hay tiempo para más.

Warren Buffet decía que “”La diferencia entre las personas de éxito y los demás es que la gente realmente exitosa dice que no a casi todo”. En otro ocasión, aconsejaba: “No puedes mantener el control de tu tiempo sin decir que no. No debes dejar que la gente anteponga su orden del día a tu vida”.

Pero para decir no, debes tener antes metas bien definidas, que serán las que pongan el orden de tu vida, de tu día. Cuando tengas objetivos que NECESITAS (porque los elegiste) conseguir, comenzarás a decir que no con más facilidad.

Una vez te aprendas a decir que no a ti, es momento de comenzar a decir que no a los demás. Con tacto. Con práctica. No es cuestión de ser agresivos. La idea no es ser bruscos. Es comunicarle a la gente que tienes el tiempo contado, que si hacen uso de tu tiempo, hay algo en el mundo que no existirá porque no lo estás haciendo.

Di que no, para poder decir que sí a lo que valoras.