Sembrando

Fue en uno de esos libritos con hojas ya amarillentas, las páginas cosidas, llenos de una que otra marquita por todos lados donde hace muchos años encontré este poema. Me sigue gustando tando como aquel día.

SEMBRANDO

(Marcos Rafael Blanco Belmonte)

 

De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;

 

Read more Sembrando

Hoy eclipse de luna

Hoy en Guatemala tendremos la oportunidad de ver un muy bonito evento cósmico un eclipse de luna. El eclipse será total, y no se miraba uno así por estos lares desde el 2003. El siguiente será en el 2010, así que si no quieren esperar dos años para ver otro, pónganse pilas hoy. 

El eclipse estará en su mejor punto a las 9.30 hora de Guate. Comienza a las 7.40 y termina a las 11.09 así que ni siquiera hay que levantarse a horas raras para verlo. 

Sin duda en todas las culturas los eclipses tenían significados especiales. Ahora ya que conocemos el origen del fenómeno nos impresiona menos. Siempre me he asombrado de el cómo los Mayas podían, sin instrumentos ópticos, poder predecirlos. 

No se lo vayan a perder! 

Que es un libertario?

Son ya muchos los que me hacen la pregunta que ven en el título. Así que quiero tocar un poco el tema para evitar confusiones y aclarar un poco el concepto. Como en todas las ideologías y filosofías politico-económicas, hay muchas definiciones, pero la más certera que he encontrado es la de David Boaz. No encontré su definición en español, así que intentaré hacer una traducción lo mejor posible.

Read more Que es un libertario?

Cien años de Soledad

Bueno, uno de los propósitos de este año es escribir más en el blog. Y uno de los propósitos de escribir en el blog es escribir más sobre los libros que leo. De primero para que no se me olviden las cosas que más me interesaron y para compartir ideas. 

 

Este año ya comencé con algunos librillos que leí y de los que no puse nada, así que comenzamos. 

 

“Cien años de soledad” de García Márquez. El libro realmente bueno. Me encantó, simple, llana y sencillamente me fascinó. La edición que tenía era una edición especial con un prólogo de como 100 páginas, y un epílogo de 150. Eso me causó una fea confusión, ya que cuando iba por la página 400 y pico pensé que me quedaban como 150 más, pero cuando iba por la página 432 de repente se acabó. Realmente sentí feo que el libro se acabara (especialmente cuando según yo faltaba un buen tramo).

Read more Cien años de Soledad

Quisiera que lo vieras

Ese tono anaranjado amarillento que se perfila en la cortina a esta hora del día, no todos los días, pero sí en los días como hoy. No te imaginas cuanto quisiera que fueras capaz de verlo conmigo, te haría sin duda sentir la tranquilidad que siento ahora yo.

Dispensa, me he confundido. No es anaranjado, es rosa amarillento. Lo siento, pero definitivamente soy algo daltónico.¡ Ojalá pudieras verlo, es tan hipnotizante y bello!  Pensé tomar una foto para que la vieras,  pero sé que la réplica sería no más un pálido reflejo de lo que ahora yo veo.

Oye, algo pasa afuera. Dispensa de nuevo. Lo que veo no es naranja, no es amarillo ni es rosa. Es un extraño patrón de colores. Pero ahora comienza a dominar el azulado, sí así como el cielo o el mar. 

Ahora que vuelvo las cosas están un poco más grises. No sé por qué gozan mis ojos jugar así conmigo. Pero efectivamente veo mucho gris. Algo de blanco y el azul no es más que un tímido ingrediente. Que lástima, como me gusta el azul. Pero igual sigue siendo bello.

Negro. Ahora te lo digo con total certeza, sí  es negro.  Dejé de escribir muchos momentos para no volverme a confundir, y no sé hace cuanto que no escribo, pero desde hace mucho que lo que veo es negro. Hay hermosas pequeñas grietas blancas, pero definitivamente predomina el negro.  Algo azulado debo decirte, que bueno, porque ¡Como me gusta el azul!

Los Consejos de Hamlet

 

 

Papini. No sé bien porque este autor no es más conocido, porque realmente es increíble. Su lectura es de lo más agradable, y tiene una manera de escribir que es a la vez entretenida y profunda. Ahora terminé de leer un libro que se titula “Lo trágico de lo cotidiano y el Piloto Ciego” que, al igual que Gog, son un conjunto de historias pequeñas, sin relación entre sí. Quisiera ponerles el libro entero, pero como no tengo ese tiempo, les pongo uno de los cuentos que más me gustó.

 

No lo lean de la página que está largo. Impímanlo y leánlo tranquilo en la noche. Tal vez con una copa de vino, un tabaquito y unas boquitas para que lo disfruten. Puede ser que no les guste el estilo, como a mí, pero sino les gusta ahí le aprietan….al menos habrán disfrutado de un vinito.

 

Read more Los Consejos de Hamlet

El viejo de los proyectos

Caminaba por las calles de la ciudad esta en la que no se puede, ni se debe caminar. El día en sus últimas respiros se ahogaba en el mar del tiempo al que todo, menos lo he eterno, ha de sucumbir. Un hombre sentado en un café llamó mi atención. Escribía afanosamente y se apreciaba de lejos esa energía azul de aquellos que escriben. Era un hombre que a mis años llamo algo mayor, tampoco tan viejo. Al cabo de un rato interrumpió su tarea, recostó su espalda sobre la silla,  dio un gran suspiro y alcanzó su cajetilla de cigarrillos. La tomó y comenzó a voltear, cuando encontró mi mirada y se acercó a pedirme fuego. Intercambiamos un par de palabras y me invitó a acompañarle un rato.

Le pregunté sobre qué escribía y me contó que eran planes y proyectos que tenía para su vida. Era una persona agradable, y sin duda muy inteligente, un rato de charla me hizo tenerlo en cuenta. Sentía una sensación de curiosidad, extrañeza e incluso un poco de asombro. ¿Aquel hombre mayor tenía tantos sueños? No es que la edad imponga como precio el decrecer de los sueños proyectos, pero son pocos aquellos que tienen ese ímpetu y deseos en su vida, pasados algunos años.

Me contó, pidiendo que no los revelara, algunos de sus proyectos. Si me contó sólo algunos, realmente debe tener varios cientos porque estuvimos hablando varias horas. Comenzó con sus anhelos de cambiar el mundo y su patria. Quería hacer un nuevo partido político, ideado de tal manera que sus integrantes fuesen personas coherentes y honestas, con un plan de campaña realmente sorprendente y con el cual iba a llegar a presidente. Mientras hablaba, decía a mis adentros que el plan era realmente ingenioso y que tenía muchas posibilidades de éxito. 

Pasó luego a contarme los proyectos que tenía como escritor. Tenía un cartapacio muy grande, con algunas hojas ya oxidadas y muchas nuevas. Me mostró las ideas que tenía para sus novelas, para sus cuentos y para sus poesías. Me asombraba la creatividad y el ingenio que tenía aquel hombre. No quiso terminar de mostrarme los bocetos porque comenzó a hablarme de los planes de viajes que tenía. Quería conocer cada rincón de su América, cada esquina hipnotizante de Europa, los safaris de África, darle una vuelta completa a Australia, ver la Aurora Boreal en ambos polos. Tenía varios libros de viajes y algunos mapas en los que estaban pintadas muchas rutas. Pensé que eran las rutas que ya había recorrido pero cuando terminaba el tercer cigarro me contó que eran las rutas que deseaba hacer. 

Pasó a contarme que, aunque nunca terminó la universidad, había aprendido mucho ahí y tenía muchas ideas de proyectos que significarían cierto avance en la tecnología. Sacó unos planos muy bonitos de circuitos, que se miraban un poco viejos, pero sin duda muy elaborados. Durante un instante un rayo de tristeza invadió su rostro y le pregunté si todo estaba bien. Me comenzó a contar que el plano que tenía en la manos pudo haberlo hecho rico, y darle mucho reconocimiento, pero que hacía unos 25 años alguien tuvo la misma idea que él, convirtiéndose en rico y famoso. Según cuenta, el había desarrollado la misma idea un par de años antes, pero por falta de tiempo y recursos no había podido darle forma ni publicarla. 

Pero la tristeza le duro poco.  Momentos después guardaba los diagramas que tenía y comenzó a mostrarme algunas partituras. No tocaba muy bien ningún instrumento pero se había comprometido a ese año aprender muy bien la guitarra. También se había metido a clases de solfa y estaba seguro de ser un músico decente pasados algunos meses. Tenía ya algunas melodías que nunca había podido tocar y no sabía si sonaban bien, pero tenía la corazonada de que sí. 

Dejando las partituras en la mesa me mostró algunas fotografías. Había comprado su cámara y hecho experimentos el mismo, y estaba buscando un buen fotógrafo que le instruyera. Las fotos no estaban mal, y se miraba que el hombre tenía talento.

Mientras  apagaba su cigarrillo a medias, comenzó a guardar sus cosas. Me dijo que ya se tenía que ir porque al día siguiente comenzaba con sus clases de francés. Deseaba aprender la lengua gala para poder atender a una maestría en Francia con la que iba a formar una gran empresa. A todo esto la noche era ya toda una señora, el calendario había dado una vuelta más a su contador y el sueño me invadía a mí. Nos despedimos y el asunto quedó en mi olvido.

Un par de años después, en la misma calle y en el mismo café vi a aquel hombre. Hace mucho que ya no circulaba en mi memoria y me tomó algún tiempo reconocerlo cuando me saludó. Haciendo algún esfuerzo, vino a mi mente toda la conversación que tuvo lugar  un par de años antes. Le pregunté sobre las clases de francés y me comentó que ya sabía un poco, pero que la maestría en Francia no le convenció, el francés tampoco, y que estaba aprendiendo alemán. La curiosidad me instó a preguntarle sobre sus últimas composiciones musicales y sus avances en la guitarra. Me dijo que el solfa no era para él y que le pareció mucho más interesante el saxofón que la guitarra, de manera que había dejado las clases de guitarra y tomaba ahora las clases de saxofón.

Luego de sentarnos me comentó que había cambiado su proyecto político. Me mostró unas cuantas hojas y me pidió que las leyera. He de reconocer que aquellas ideas eran mucho más afinadas que las anteriores y en muchos aspectos más acertadas. Si su plan tomaba forma, seguramente estaba hablando con el futuro presidente. Pero la desolación había entrado ya en mí. Aquel hombre nunca sería presidente, no porque ese plan estuviese mal, sino porque nunca iba a nacer. Probablemente nadie más lo conocía. Comprendí tampoco que nunca iba a ser un gran compositor, ni un un gran ejecutor de guitarra, que no aprendería bien alguna otra lengua o que aquellas fotografías que me mostró la otra vez iban a ser sus únicas obras fotográficas. 

Al paso de unos minutos me comenzó a describir sus nuevos proyectos y sus nuevos anhelos. Pero mi mente ya no estaba en sintonía con él. Tenía ante mí al hombre proyectos. No lo entendí hasta ese momento. Puede ser que un ángel, un duende o algo parecido haya parado el tiempo sin darme cuenta y me había mostrado lo que en mucho tiempo no había visto, o puede ser que un reflejo de mi conciencia me lo haya revelado. Pero ante mí tenía a un hombre realmente capaz, inteligente, audaz y con sueños. Pero era el hombre que no iba a llegar a más que eso. Pensé luego que quizás sus proyectos llevaban años de años vivos, pero que con él iban a morir. 

Cuando me despedía pensé que quizás iba a verle unos años más tarde en el mismo lugar, no sólo geográfico sino que también en el mismo lugar en su vida. Y comprendí que los proyectos son peligrosos, que los proyectos pueden robarnos la vida a aquellos que necesitamos ideales, planes y sueños. No que sean malos, son el motor y el inicio de todo lo que se ha hecho en el mundo, pero se invierte en convertirlos en realidad son una infección que para incapacitando la mente, e
l alma y la voluntad.

Ese día, antes de dormir me dije a mí mismo: “yo no seré el hombre de los proyectos, yo seré el de los hechos”. Y eso te pido estimada lectora o lector, levántate y anda, haz lo que debas hacer, pero hazlo pronto que el reloj sigue dando vueltas,  y un día no muy lejano, al igual que yo, has de morir. Tus obras y tus huesos serán lo que dejes en el mundo, tus proyectos se irán contigo a la tumba a menos que lo hayas comenzado, avanzado y en lo posible terminado. Si no los conviertes en hechos se te pedirá cuenta del tiempo que perdiste planeando, soñando y haciendo proyectos. 

Espectador de futuros

Espectador de futuros que me miras a mí, inventor de futuros. Tú que estás ahí viendo los hilos del mundo unirse, que no los tejes pero no lo impides, que paciente sabes qué es lo que se debe de hacer. Espectador del mundo, que lo observas de día y de noche, en la montaña y en la mar, en el campo o en la urbe, dime tú, ¿cómo construyo el mundo que ha de ser en algún tiempo? ¿Sabes tú acaso cuál es la fórmula para ser feliz?

Sí, yo son el inventor de futuros, gracias a Tí, porque ellos dependen de mí. Las incontables combinaciones posibles son mías ahora, pero con el pasar de las horas tengo que elegir una sola. Me asfixia a veces tanta responsabilidad, tanta variedad y tan sólo poder escoger una. 

Espectador de mi vida, que estás en tu cómodo sofá reclinado, esperando con cariño algo de mí. Te desvelas conmigo y aquellas madrugadas que el despertar me llama primero que el sol estás ahí conmigo. Dime, ¿qué hago para no escribir aquello ya escrito de “yo pude haberlo hecho mejor”?

Observador de otras vidas, dime que hacen aquellos que cambian al mundo, que como se incomodan con la realidad y la deforman para sí, dime cuál es la poción mágica que he de tomar para sacar mi energía interior. 

Espectador de la realidad, sí ya sé, no me lo has de revelar. Ahora que te veo con un poco de duda, te lo suplico, no me lo digas, déjame descubrirlo a mí. Para ello son muchas las cumbres que me esperan, pero bien sabes qué quiero hacer esas cumbres mías, comprendes como yo que los secretos se esconden en rincones pequeñitos adentro de mí. A veces me canso de escucharlo, pero lo sé. 

Intimidad

Han pasado varios años desde la primera vez que quise escribir algo que valiera la pena. Desde que leí una frase (no tengo idea quien fue el genio que la dijo) “los hombres que pasan a la historia o hacen algo que valga la pena escribir, o escriben algo que valga la pena leer”. El dilema, muchas lunas después continúa, ¿qué camino tomo, escribo o hago? Tal vez pueda ser que yo sea uno de esos privilegiados que hacen ambas. 

 

Cuando pienso en todas aquellas grandes mentes que tenían tantas dificultades para escribir y escribían, me siento sin excusas. Unos cuantos teclazos y hasta se me ayudará a corregir mis tambaleos con la ortografía. Pero sucede que lo que deseo escribir es algo sobre lo que no sé. 

 

No tengo duda de que, incluso al negarlo cuando lo tienen, cualquier escritor tiene deseos de trascender con sus ideas, de ser leído y respetado por alguien algún día. Un poco de esa vanidad de humanos que siempre tenemos. De hecho, aunque no te conozco, no tengo idea de quien eres, y para serte sincero no me importa, me siento muy halagado de poder comunicarme contigo, lector (o lectora) al otro lado de la pantalla. En estos breves minutos en los que recorres esas manchitas negras, estoy en intimidad contigo. Una intimidad única, que no puedes evitar. 

 

Tantos han escrito ya, y tantos hay más por escribir, que nos roban intimidad, que nos hablan directo al alma, que no pasan por el camino de la fonética de las palabras sino que, como una lanza en pleno vuelo (ya sé que acabas de pensar “que frase más gastada”) llegan a lo más profundo, ahí donde pocos pueden llegar.  De alguna manera se vuelven parte del ser, así como yo, mi estimada lectora, me estoy volviendo, lo quieras o no, parte de ti. Lo que quise expresar con estas letras está ya en tu mente, en tu subconsciente, en tu alma, en tu psiquis o como lo quieras llamar, y por más que lo intentes ya no podrás sacarlo de ti (por eso hay que tener cuidado con lo que se lee, porque nunca nos desharemos de ello). Podrás olvidar mi texto, pero los últimos minutos de tu vida han sido míos, y de alguna manera eso me extasía. Pero no te sientas mal, estamos a mano. Ten la certeza de que minutos de la mía vida  los he pasado escribiendo y son tuyos, lo quiera yo o no. 

El diablo de la privatiación

Bajo miles de pretextos ideológicos , de extrañas conjeturas, de manifestaciones en las calles, de gritos de auxilio, muchas personas se declaran abiertamente contra la privatización. 

El gobierno maneja los recursos mejor que el salvaje mercado. El gobierno es más justo repartiendo los bienes,  y por ello debe ser el encargado de proveer servicios básicos (como la telefonía).

Hoy salió en el periódico un artículo que dice que en Guatemala hay más de 10 millones de teléfonos móviles. Esto es 75 de cada 100 guatemaltecos tienen un celular. Recuerdo hace algunos años el martirio que era conseguir una línea telefónica, los trámites eternos y la burocracia que se manejaba. Ahora podemos ir a cualquier tienda de  conveniencia y comprar un teléfono con línea nuevo…¿no es esto sorprendente?

Read more El diablo de la privatiación